No cobran por lo que hacen y el dinero que ganan es para sufragar gastos. Ensayan después de su trabajo porque son hipócritas por devoción y afición además de diseñadores, modistas, maquilladores, carpinteros, pintores, electricistas, montadores, pinches y lo que fuere necesario. Muchos sábados y domingos se levantan a primeras horas de la mañana, cargan la furgo con todos los bártulos (decorados, focos, estructuras, burras, vestuario, cajas y chismes varios) y emprenden el viaje a ninguna parte. Hoy es un día de invierno, la niebla parece salida de la boca de un buey o llueve a dios dar porque en el norte el vientre de las nubes es un pozo sin fondo; hace un poco de sueño –alguno ha dormido con los pies fuera por la fiebre del sábado noche- y los que no conducen van con los ojos medio cerrados -o medio abiertos (difícil precisar)-, aunque la oreja puesta en la voz de Bruce o El Cigala o Los Enemigos o Ella Fitzgerald, que los gustos son diferentes porque cada uno es de su padre y de su madre y de generaciones distintas. A mitad de camino va un cafetito rápido, que hay que llegar a la hora acordada y faltan no sé cuantos kilómetros, y hoy la descarga es de las que te vas a enterar de lo que vale un peine, rapaza, porque no hay montacargas y el escenario está en un primer piso al que se accede por una escalera de caracol, la madre que los…
Llegada la hora, la parva no se perdona – los actores suelen ser tan buenos gastrónomos como catadores (y a buen precio)-, que no todo ha de ser vaina teatrera, y también queda un tiempo, aunque escaso, para la siestecita o la lectura o la tertulilla o el internet. A primeras horas de la tarde, hay que aforar, medir el escenario, probar luces y música, colocar vestuario y dar un repasito, que hoy X suple a Y, y se le descosen las costuras de los nervios, que es la primera vez que hace este papel porque fulanita tiene un examen o un curso, o menganito está en cuarentena porque su señora y la hija de ambos han pillado las paperas.
Unas veces, los hipócritas aficionados están de suerte y el escenario es un teatro principal; otras, toca un cutre salón de actos, el aula de usos múltiples de un colegio o un palco improvisado en la plaza de una ciudad o en la carballeira de un pueblo. Puede que el patio de butacas o de sillas de terraza esté a rebosar, o bien que no haya más que los incondicionales o cuatro pinzos despistados porque hoy hay partido del Madrid a la misma hora y además los de la tercera edad tienen bailongo. Es igual, el telón siempre se abre porque estos aficionados son buenos fingidores, unos farsantes muy pruffesshionales que se adaptan a cualquier conceto y circustancia, como diría el amigo Manquiña.
A la vuelta, hace más sueño que a la ida y sólo se oye el motor del coche y la voz del copiloto para que el conductor no se duerma, y nos dan las dos o tres de la mañana, y hay que descargar los bártulos una vez más Puufff, y mañana es lunes, cagüen la, y toca madrugar que la vaina esta en otra parte, y la parienta o el pariente estará con el morro afilado, jo, no te digo, otro fin de semana sol@-...
Bueeeeno, no se me amilanen, no se acongojen, no se quejen tanto y resiiiiistan: yo sé que a todos les va la farsa por amor al arte y que sarna con gusto es para rascarse mejor.
Para Achádego Teatro, ¡ Vinte Decembros Máis!
Llegada la hora, la parva no se perdona – los actores suelen ser tan buenos gastrónomos como catadores (y a buen precio)-, que no todo ha de ser vaina teatrera, y también queda un tiempo, aunque escaso, para la siestecita o la lectura o la tertulilla o el internet. A primeras horas de la tarde, hay que aforar, medir el escenario, probar luces y música, colocar vestuario y dar un repasito, que hoy X suple a Y, y se le descosen las costuras de los nervios, que es la primera vez que hace este papel porque fulanita tiene un examen o un curso, o menganito está en cuarentena porque su señora y la hija de ambos han pillado las paperas.
Unas veces, los hipócritas aficionados están de suerte y el escenario es un teatro principal; otras, toca un cutre salón de actos, el aula de usos múltiples de un colegio o un palco improvisado en la plaza de una ciudad o en la carballeira de un pueblo. Puede que el patio de butacas o de sillas de terraza esté a rebosar, o bien que no haya más que los incondicionales o cuatro pinzos despistados porque hoy hay partido del Madrid a la misma hora y además los de la tercera edad tienen bailongo. Es igual, el telón siempre se abre porque estos aficionados son buenos fingidores, unos farsantes muy pruffesshionales que se adaptan a cualquier conceto y circustancia, como diría el amigo Manquiña.
A la vuelta, hace más sueño que a la ida y sólo se oye el motor del coche y la voz del copiloto para que el conductor no se duerma, y nos dan las dos o tres de la mañana, y hay que descargar los bártulos una vez más Puufff, y mañana es lunes, cagüen la, y toca madrugar que la vaina esta en otra parte, y la parienta o el pariente estará con el morro afilado, jo, no te digo, otro fin de semana sol@-...
Bueeeeno, no se me amilanen, no se acongojen, no se quejen tanto y resiiiiistan: yo sé que a todos les va la farsa por amor al arte y que sarna con gusto es para rascarse mejor.
Para Achádego Teatro, ¡ Vinte Decembros Máis!
Tareixa Campo, directora de Achádego: A maioría mercamos con outra profesión a liberdade para vivir do teatro
Breve historia del grupo
En el año 1988, la actriz y directora Tareixa Campo recibe el encargo de hacer un montaje para conmemorar el cuadragésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La obra escogida fue A dobre historia do doutor Valmy (La doble historia del doctor Valmy) de Buero Vallejo, en la que se denuncia la oscura y dramática realidad de la tortura. El grupo de personas que llevaron a cabo este proyecto deciden formar una compañía estable de teatro aficionado. Así nace, en Lugo, Achádego. Desde entonces unos cincuenta actores han pasado por el grupo lucense que a lo largo de estos veinte años ha colaborado en programas para la televisión gallega, realizado espectáculos de calle y llevado a escena numerosas obras: Os Desaqueloutrados (Fuera de quicio) de Alonso de Santos, O Irlandés astrólogo de Luis Seoane, Maxia vermella (Magia roja) de Michel Guelderode, Aulularia de Plauto, Unha petición de man de Chejov, Confusión de María Balteira de Marica Campo... Entre sus últimos montajes están O libro de ler e desler, creación de Marica Campo y del propio grupo, y O Divino Sainete de Curros Enriquez.
2 comentarios:
Qué buena pinta. Si se dejara caer por territorio vecino esta compañía..
kafkiano,los de Achádego están dispuestos a ir a tierras vecinas,sólo tienen que llamarlos...
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