28 de enero de 2010

Alicia en el reflejo

Rips en el espejo, David Salle

Esta mañana, mientras pensaba si la engañaba o la desengañaba, le demandó: “Mírame bien”. Claro que como ni ella misma sabía si se trataba de una orden o un ruego, ambas se devolvieron la misma mirada interrogante. Luego, al unísono, se dieron la espalda y fue entonces cuando Alicia, remedando a la reina de corazones, murmuró: “Qué le corten la cabeza”, y se fue a jugar a su críquet cotidiano decidiendo que por el resto del día no volverían a encontrarse. Yo, aunque no tomo arte ni parte en el asunto (prefiero mantenerme al margen de disquisiciones recíprocas y tan personales), sé que ambas se encuentran con frecuencia, que no se caen mal y se toleran, y que, siempre frente a frente y confrontadas sólo en ciertas ocasiones, se enseñan los dientes y se miran a la cara y a los ojos -aunque no siempre se ven- con el afecto y la costumbre o la indiferencia de dos gotas de agua que fueron concebidas en el mismo óvulo y alimentadas por la misma cantidad de líquido acuoso. Cierto que unas veces se gustan y otras tantas se disgustan, todo depende del día, del color del iris y del pie con el que se haya levantado Alicia, que es la que lleva la voz cantante y sostiene la barita de mando de avellano, y como es un poco voluble y displicente, a veces, con un comportamiento que yo no dejo de juzgar infantil, le echa la lengua a la otra porque ese día no está para gaitas y ni ella misma se soporta. Y claro, la respuesta no se hace esperar, porque la otra le va a la zaga, y aquí te pillo y aquí te mato, que lo que hace la persona lo repite la mona -o al revés- y burla burlando la una o la otra, -que me hago un lío y ya no sé cual de las dos- , se recuerdan que “El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”. Y yo, que sólo soy la tercera en discordia y las observo con ojo crítico aunque aparentemente distraído, les aseguro que son tal (para) cual.


En fin, mañana es mi cumpleaños y sólo quería entretenerles un ratito. Les diré que sigo teniendo la misma cara de velocirráptor que Calvin y Hobbes aquí. Ya ven, ha pasado un año más y poco han cambiado las cosas. Me sigo deslizando por la misma pendiente con la sombra de mi tigre persiguiéndome, con uno de los dos pies en el acelerador y la mano derecha apoyada en el cambio de marchas, sorteando curvas y cambios de rasante por carreteras comarcales, atenta al velocímetro en las autopistas de peaje y, en ocasiones, aun con GPS y todo, me pierdo y bailo un tango. Sí, ya sé, ya sé que las mujeres - dicen-, nos orientamos mal, y ésta con el trasero -que soy una de las excepciones que confirma la regla (aclaro)-, pero no teman, que mi cerebro compensa al vuelo con un sexto sentido que hoy no se dónde lo habré dejado. Bueno, a lo que iba, que me disperso: aprovecho para decir que los No cumpleaños sean siempre bienvenidos y que se pueden celebrar en cualquier fecha. Así que feliz en tu día y felices No cumpleaños a tod@s, incluida la Alicia de Lewis Carroll que tanto miedo y fascinación me produjo en aquel tiempo cuando los animales hablaban por los codos y el abuelo, con una cuerda suspendida en la rama de un carballo y un cojín, armaba un columpio para la niña que se balanceaba al compás de la canción del Miño mientras contaba los alados Pegasos y los camiones de la CAMPSA que transitaban las mañanas estivales de la Nacional VI.

No cumpleaños de Alicia

23 de enero de 2010

Poetas VI / Sétima Soidade

El pequeño ciervo, Frida Kahlo

Dos palabras para definir la poética de Sétima Soidade de Pilar Pallarés (A Coruña 1957): soledad y dolor, sentimientos que siempre van unidos a la Ausencia, una ausencia que tiene el nombre de un Tú amado. Los versos nacen de un corazón herido que se va deshojando en el silencio de un cuarto y en las tardes de lluvia, en los ocasos y en las sombras y en la soledad del duermevela de las noches. Hay una reflexión sobre la naturaleza de ese amor, “terra prometida”, que se ha entrañado y enraizado de forma tan honda, que es luz y agua pero también piedra y rayo. El yo poético invoca y se ofrece al amor, lo llama desesperadamente, quisiera poder amar y desear, que ese Tú no permitiese olvidar. Pero a lo largo del poemario se libra una batalla entre deseo y realidad. Se ama desde el silencio y la ausencia, y ese amor lastima, provoca tanto sufrimiento y desesperación que se gesta, aun contra la voluntad del yo poético, la necesidad de olvidarlo y de destruir hasta la más leve esperanza para asumir la soledad. Cada poema de Pilar Pallarés es una cicatriz en la piel, una huella de tristeza y señardade que también permanece en el lector. Difícil no recordar Donde habite el olvido de Cernuda, los versos de Follas Novas de Rosalía -“Ramallo de toxos e silvas”-, los poemas de amor y la Canción desesperada de Neruda y “La voz" de Pedro Salinas.
El título de la antología, Sétima Soidade, remite a una cita de Nietzsche que Pilar Pallarés escogió para encabezar uno de sus poemas:
Ahogados Deseo y Esperanza,
en calma están el Alma y el Mar
Séptima, soledad”
Nietzsche

Les dejo una pequeña selección y mi traducción al castellano.

Ameite tanto esta tarde,
cando non estabas,
e estaba o ceu como un atlas de ausencia,
esbarando nas horas!

Que estraño é todo isto, este amor que se agolpa
e verte a súa furia por acima de unha
sen piedade!

Non sei por que estes días en que te amo tanto
e tan fundo e tan duro e tan tristeiro,
días en que quixera aniquilarte
de tanto amor como me tinxe o corpo
e me lastima os dentes.

Esta tarde ameite como invasión de escumas
en sartegos tenrísimos.


Non sei que estrañas aves aniñaron en min
para que así te ame,
Non sei que tortas rutas ou mans confabuladas
me trouxeron a ti,
non sei por que camiños navegou o meu sangue
para chegar a ti.

Non sei se faro ou torre ou terra prometida
foron marcando o norte dos meus sucos

Só sei que aquí me tés, a ti oferecida,
sen culpa deste amor que caeu sobre min
non sei se como pedra ou lóstrego ou fervenza

Esta tarde ameite como nunca,
pero ti non estabas


Te amé tanto esta tarde,
cuando tú no estabas,
y estaba el cielo como un atlas de ausencia,
discurriendo en las horas!

Qué extraño es todo esto, este amor que se agolpa
y vierte su furia por encima de una
sin piedad!

No sé por qué estos días en que te amo tanto
y tan hondo y tan duro y con tanta tristeza,
días en que quisiera aniquilarte
de tanto amor como me tiñe el cuerpo
y me lastima los dientes.

Esta tarde te amé como invasión de espumas
en sepulcros tiernísimos.


No sé que extrañas aves anidaron en mí
para que así te ame,
No sé que torcidas rutas o manos confabuladas
me trajeron a ti,
no sé por qué caminos navegó mi sangre
para llegar a ti.

No se si faro o torre o tierra prometida
fueron marcando el norte de mis surcos

Sólo sé que aquí me tienes, a ti ofrecida,
sin culpa de este amor que cayó sobre mí
no sé si como piedra o rayo o cascada.

Esta tarde te amé como nunca,
pero tú no estabas.


Perdóame a dor, á veces,
perdóame a tristeza case sempre
e a soedade
(es así como chamo a túa ausencia).
Perdóame o silencio
e as palabras
agora.
Perdóame a alegría se te teño
un pouquiño,
os encontros, os versos,
a miña pobre vida.
Perdóame a esperanza
aínda
(tómoa sen que ma des
e asúmoa como único alimento).
Perdóame que fale
que cale
que respire
pero nunca que te ame.
[…]

Perdóname el dolor, a veces,
perdóname la tristeza casi siempre
y la soledad
(es así como llamo a tu ausencia).
Perdóname el silencio
y las palabras
ahora.
Perdóname la alegría si te tengo
un poquito,
los encuentros, los versos,
mi pobre vida.
Perdóname la esperanza
todavía
(la tomo sin que me la des
y la asumo como único alimento).
Perdóname que hable
que calle
que respire
pero nunca que te ame.
[…]


Hai unha cidade que me agarda no sul
e é estraño que no teña o teu nombre gravado nas paredes

(necesito emborracharme
pechar todas as fiestras que dan a esta tarde
necesito saber a cantidade exacta de desesperación que aniña
nesta hora)

no sul sei que hai unha cidade que me agarda
é estraño, nunca vivín alí a tristeza de novembro
non sei como será o rumor dos magnolios batidos pola choiva
cando novembro invada as avenidas
e sobrevivan as cúpulas senlleiras sinxelamente soas
baixo un ceo de inverno sen paxaros
[…]

Hay una ciudad que me espera en el sur
y es extraño que no tenga tu nombre grabado en las paredes

(necesito emborracharme
cerrar todas las ventanas que dan a esta tarde
necesito saber la cantidad exacta de desesperación que anida en
esta hora)

en el sur sé que hay una ciudad que me espera
es extraño, nunca he vivido allí la tristeza de noviembre
no sé cómo será el rumor de los magnolios golpeados por la lluvia
cuando noviembre invada las avenidas
y sobrevivan las cúpulas solitarias sencillamente solas
bajo un cielo de invierno sin pájaros
[…]


Retomo o fío do tempo e alongo a miña voz
unha vez máis ainda retardando a chegada
do definitivo silencio, dese día que ha vir
encher de sal e tevra o espazo do meu peito

retomo o fío e digo (vella parola) dor
dor nos dentes, no lombo, dor no abraio da alma
dor aínda esgazándome as entrañas
mentres quede un anaco de esperanza

Só hai dor mentres vive a esperanza
[…]

Retomo el hilo del tiempo y prolongo mi voz
una vez más aún retardando la llegada
del definitivo silencio, de ese día que vendrá
a llenar de sal y tiniebla el espacio de mi pecho

retomo el hilo y digo (vieja palabra ) dolor
dolor en los dientes, en la espalda,
dolor en el asombro del alma
dolor aún desgarrándome las entrañas
mientras quede un atisbo de esperanza

Sólo hay dolor mientras vive la esperanza.
[…]

Sétima Soidade, Pilar Pallarés. Ferrol: Sociedade de Cultura Valle Inclán, col. Esquío, 1984

Badem Powell, Samba Triste


19 de enero de 2010

Reunión de comunidad


El Grito, R. Tamayo y E. Munch

Hace cuatro meses han alquilado el piso. Es una pareja con dos niños de cuatro y seis años escolarizados en un colegio del barrio. Él, un hombre de veintitantos años, fuerte y de manos anchas y curtidas, lleva un tiempo trabajando en la construcción. La mujer, con unos años menos, lo hace en lo que surge cuando la salud se lo permite y no tiene que cuidar a los hijos. En las navidades pasadas, ha llegado al piso otra joven mujer que no tiene trabajo, pero sí hambre y frío y un hijo de nueve años. En total son seis los que conviven en el 3º A , seis inmigrantes.

La reunión, que se ha convocado con urgencia en el portal del edificio, tiene como único punto del día “Convivencia”. A ella asisten todos los vecinos y una señora, la propietaria del 3º A. Cuando por fin se hace silencio, el presidente de la comunidad toma la palabra y se dirige a la señora:

-Mire, de verdad que usted nos da pena, nosotros la apoyamos.

Vecino 1
Desde luego. Seguro que no le pagan y que con el tiempo acabarán destrozándole los muebles y estropeándolo todo.

V. 2
Sí, sí, seguro que tienen el piso sucio. ¡Si es que ni siquiera saben colgar la ropa!

V .3
¡Y hasta huelen mal! ¡No vea la peste que dejan en el ascensor cuando bajan las bolsas de basura!

V.4
Y los niños, que mean en el ascensor y tocan los botones.

V.5
Bufff, vaya tropa la que se le ha metido ahí. Suben y bajan constantemente, y estos días atrás, que debieron montar fiesta, ¡por lo menos unos ciento cincuenta!

V.6
Sí, y una gorda así, así … ( abre los brazos exageradamente en torno a la cadera).

V.7
Esa debe ser la que pide en la puerta de la iglesia de San Francisco…

Los asistentes comienzan a formar ramilletes y la reunión se convierte en una perrera donde cada can ladra al aire en su corrillo. Al fin, el presidente decide imponer orden y silencio, y cuando todas las miradas convergen en él, se acerca a la propietaria del 3º A, posa una mano sobre el hombro de ella y, con tono afable y servicial, habla:

-Pero usted, ya sabe que puede contar con nosotros, nosotros la apoyamos. Hay que echarlos. Estamos dispuestos, si es necesario, hasta a llamar a la policía.

La propietaria del piso, que acaba de cumplir los 76 y no ha abierto la boca, se da cuenta de que sobre su hombro y sus inquilinos ha caído la zarpa de la inquina. Con suavidad, se desprende de la mano que aún toca su hombro, coge aire y dice:

Les ruego que pongan por escrito todo lo que acaban de decir, y que lo firmen. Ah, y les advierto que ustedes podrían ser denunciados por injurias.

Les dejo En todas partes, de Habana Blues.


La amistad es una semilla
que brota en cualquier lugar,
y cuando sientas frío
cúbrete con las ramas de mi destino
donde te lleven los pasos
te encontrarás mi te quiero y mi abrazo
hay amor en todas partes
y en cada rincón del mundo
y todos buscando un sueño
cambiamos así de rumbo
si profunda es la distancia
profunda es la lejanía
en un alma peregrina
no existe ciudadanía
la bandera es un dilema, la patria y la geografía
donde quiera que me encuentre
yo siento que es tierra mia (bis)
tuya y mía

[estribillo:]
Yo quiero ser tu abrigo
si te hace falta el consuelo mío
yo quiero ser tu nido
si necesitas cariño mío
no quiero ser tu olvido
si en todas partes estoy contigo
yo quiero ser tu abrigo
en madrid y en nueva york
la habana esta en todas partes
porque la llevas contigo
sin miedo a desarraigarte
yo sé que existen fronteras
en todos los continentes
un sólo sol y una luna te ciudan y alumbran siempre
quisiera ser la mañana y entonar la melodía
esa que me hace crecer cada día
caminos que me separan
y te obligan a escondidas
a ser cautivos de idiomas e ideologías
no seas cautivo de idiomas e ideologías

[estribillo]

15 de enero de 2010

Pájaro ecléctico


Soy un pájaro ecléctico que picotea sin pudor en toda clase de frutos, de los más dulces a los amargos, casi venenosos. Busco siempre la otra mitad, la que se esconde en la sombra. El fruto que porta en su pico el pájaro del azar es con frecuencia el más sabroso y deseado.
José Casiano Blanco

El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar.
San Juan de la Cruz

La voz no es otra cosa que sangre sonora
Reyes Dávila

La primera cita que encabeza esta entrada la elegí yo, porque esas palabras definen bien una parte de la personalidad de su autor: la curiosidad. Las otras dos las eligió él, José Casiano Blanco (Lugo 1961). No tiene obra publicada, pero es poeta, no sólo porque hace versos sino también por la mirada que vierte sobre la vida. Fluye bien su pensamiento, maneja bien la palabra y seduce tanto por lo qué dice por cómo lo dice. Sabe escuchar y estar en silencio, pero conversar con él es una delicia. Introspectivo, reflexivo, crítico y con sentido del humor, apunta que, a veces, "se dispersa más que un clan de gitanos ante un convoy de picoletos", y de ello doy fe, pero aunque diverge también sabe converger y retomar la conversación para atar bien los cabos. Tal vez es la ternura que brota en su sonrisa y una expresión de aparente ingenuidad que le baila en los ojillos vivos, lúcidos y traviesos, que se parapetan tras sus gafas, o su calidez en el trato con el otro lo que le convierte para los amigos en un “sanador espiritual”, aunque él preferiría ser el guardián de los sueños porque, confiesa, “yo también estoy herido”. Hace unos días murió su amigo D, con sólo cuarenta años, y al hilo de esa muerte escribe:
De repente cedió el pegamento que mantenía unida mi alma fragmentada, que se disolvió como una nube, y cayó como la lluvia. Fue una experiencia muy dolorosa, semejante al descenso a los infiernos de Dante. He ido a las tinieblas, y he regresado y confrontado los más grandes miedos y sombras de la vida. Si todo muere y cambia, ¿qué es lo realmente verdadero? ¿hay algo detrás de la apariencia? La conciencia de que voy a morir penetra en mi corazón con una pregunta: ¿qué significa la vida? La muerte, que un día golpeará también a mis seres queridos, me empuja a amarlos aún más, mientras pueda. Puedo experimentar los extremos de la luz y las tinieblas, del júbilo y la desesperación, pero estoy en el límite, demasiado inestable para embarcarme en el peligroso viaje al interior de mi centro oscuro”.
Ecléctico y heterodoxo en sus gustos, va de San Juan de la Cruz, a Juan Ramón Jiménez, Pessoa, Omar Khayyan… aunque si tiene que elegir a un poeta opta por Lezama Lima: “Resulta igualmente voluptuoso en sus poemas, novelas, o incluso ensayos, impregnando toda su obra de lujuriosas imágenes neo-barrocas”.
Me comenta que últimamente le da más por las ciencias "puras", dice encontrar en ellas tanta poesía como en la literatura. Le atraen los enigmas matemáticos y se pregunta, se pregunta constantemente:
“Hay unos infinitos mayores que otros...¿Qué es el infinito? ¿Algo que nunca se acaba? Según una lapidaria definición de Georg Cantor (un genio de las matemáticas que murió en un manicomio), un conjunto es infinito cuando tiene la misma cantidad de elementos que alguna de sus partes.
Nuestra experiencia es necesariamente finita, pero nuestra mente puede encontrarse con el infinito, lo cual constituye:
A/ Un potente generador de utopías.
B/ Una fuente de angustia e infelicidad permanente.
C/ Ambas cosas a la vez.
Cada vez la ciencia es más heterodoxa, lúdica y misteriosa, y parece que el Universo no es más que un holograma, un objeto fractal que se repite y se imita a sí mismo a todas las escalas, y según la "Teoría de la complejidad", una cosa compleja, por ejemplo un ser vivo, o el propio
Universo, es siempre mayor que la suma de sus partes. ¿Recuerdas un libro escolar de cuando éramos pequeñitos llamado "Catón"? Tenía una nada ingenua portada ilustrada con el dibujo en color de un niño con pantalón corto, que sostenía en su mano un libro que también se llamaba Catón, y también tenía en la portada un niño dibujado que a su vez también tenía en la mano un libro llamado Catón, y yo pensaba que el infinito debía ser eso”.
He querido transcribir parte de algunos escritos y de algunas conversaciones mantenidas con José Casiano porque en ellas se muestra a un poeta que no sólo escribe versos. Aquí les dejo también algunos.

Las sombrías aves de corral

10.000 pollos encerrados en un camión
llevan al matadero
en la casa encantada aún hay fuego
¿quién es aquel señor,
el del sombrero?
¡Es el granjero!
Por la noche los llevaron a todos
negro, negro
y negro,
como la muerte,
negro,
como el hielo,
negro.

Días de vino amargo y rosas con espinas
Y era verdad que estabas tan lejos como la otra orilla del mar
tan ajena y tan lejos
perdida para mí
perdido en un desierto cóncavo
de piedra y hielo
eras casi una promesa absurda
mientras las gaviotas trazaban a nuestro alrededor
las rabiosas aureolas del vino
y siempre el mismo frío ciego

Soledad
Es difícil vivir sin los ojos, sin manos
para agarrarse a los cuchillos por las hojas
de cuchillos y filos de siniestros árboles.
La niebla, el mar que lentamente nos invaden.
La soledad es fría, la soledad es fría.
Es tan duro dormir en un portal al lado de la fiesta
y quedarse mirando una misma baldosa toda la noche
porque ya nada vuelve la niebla entre los árboles
y hay hogueras lejanas, la soledad es eso.

Acordeones y magnolias
Hay gente escuchando tras las esquinas
disfrazados de cuervos y sabandijas varias.
Acuéstate en el mar en esta noche
llena
de acordeones violentos
y magnolias.

Noche del lobo
Es de noche, hace frío y es de noche, lo siento. Tienes que darte cuenta con todas las estufas apagadas, y la leña en el árbol, y el hotel incendiado. Un beso de nicotina y alquitrán por diez céntimos, hay que tenerlo en cuenta o arruinarse.
De verdad hace frío de noche, pero el presente pasa y no hay futuro. Me consuela, no existo. Pero el hielo es veneno de los dioses, y la ceniza un raro sucedáneo.
Pasajero de un barco inmóvil, el día como fiesta de músicos ambulantes, de músicos indios, amarillos, alegres, tras sus ojos de conejos.

Corazón de fuego
Ponte un traje de alegría
porque mañana es tiempo de ahora
apenas empezado, inconcreto,
impuro y libre como la noche,
libre e impuro como el día,
así me vestiré, me bañaré,
me admiro
de la claridad del agua.
Y va lloviendo tedio cada día,
a veces me parece que soy un náufrago,
último superviviente de civilizaciones últimas.
A veces me parece que soy un muerto,
primero entre los primeros
recientes muertos
últimos.
Estar aquí, eso es todo,
moverse entre gigantes,
absorber la luz que no es del alba,
existir y, siendo lo que ven los ojos,
hacer de la nada un universo.
Estar aquí, eso es todo.

Y para terminar, esta maravilla de Jaume Sisa. A Jose Casiano, le “conmueve especialmente”. Intuyo la nostalgia que hay tras sus palabras: “En los locos setenta, la tenía el Bar "Rorró" en aquella máquina que por un duro te proporcionaba unos minutillos de belleza”.

9 de enero de 2010

Una silla de anea


Él se sentó en la silla, miró a los ojos de la mujer y dijo:

“A este cuarto le falta algo, ¿verdad?, pero podría servir”.

Pagaron por adelantado, y horas después, vi un extraño dibujo en la puerta de la habitación, lo habían burilado en la madera, algo así como la figura de un ocho acostado.


Cinta de Moebius, M. C. Escher

Al día siguiente, desmontaron todos los muebles. Sólo se quedaron con la silla de anea. Esto que le cuento fue a principios de año, y todavía siguen ahí. Caminan sobre esa extraña estructura que han colocado en el centro de la habitación, fíjese, tiene la misma forma que la figura que aparece en la puerta. Sí, como le digo, caminan y se miran, y cuando se cruzan nada más se rozan la punta de los dedos. A veces se sientan en la silla y entonces se abrazan, pero por poco tiempo. Ni se enteran de que los estamos observando, tan ajenos permanecen al mundo, como si habitasen en otra dimensión. Ah, y mire, observe todo lo que han pintado y escrito en las paredes, las letras parecen las del alfabeto griego, aunque yo no las entiendo, sólo reconozco el . Sabe, cuando por penúltima vez abro y cierro la puerta de esta habitación, siempre me pregunto lo mismo, ¿qué esperan? Pero, bueno, señor inspector, a mí mientras me paguen el alquiler…

***

Bueno, a aquellos que habéis leído, me voy a permitir abusar un poco de vuestra paciencia. En estos momentos, mientras escribo, recuerdo un poema de Bukowsky, Así que quieres ser escritor, ¿eh?*:

"Si tienes que sentarte y/rehacerlo una y otra vez, ni lo intentes.[...] Si primero se lo tienes que leer a tu esposa/ o a tu novia o tu novio/a tus padres o quienquiera que sea,/no estás preparado".

Pero yo, y aunque me gustan los versos del poeta, me paseo el consejo por los madrigales de su pensión y por el forro de mis entretelas, y me doy licencia para mostraros la primera versión de este breve relato y pediros opinión. ¿Cuál os gusta más?

El cuarto
Él se sentó en la silla, miró a los ojos de la mujer y dijo:
“A este cuarto le falta algo, ¿verdad?, pero podría servir”.
Horas después, vi un extraño dibujo en la puerta de la habitación. Lo habían burilado en la madera, algo así como la figura de un ocho acostado. Esto que le cuento fue a principios de año, y todavía siguen ahí, él sentado y ella de pie. Sólo se miran, y ni se enteran de que los observo. Sabe, cuando por penúltima vez abro y cierro la puerta de ese cuarto, me pregunto ¿qué esperan? Pero mientras paguen el alquiler…

* Escrutaba la locura en busca de la palabra, el verso , la ruta. Colección Visor de Poesía.