11 de octubre de 2009

J. A. Muñoz Rojas: Nunca Sombra



“Se me quedará la canción a medio camino, entre los labios. Pero la tierra la seguirá cantando"
José Antonio Muñoz Rojas
http://www.antequera.es/antequera/UserFiles/File/temp/jamr/Unbiografia.htm

“Para o escritor e o labrador, ao cabo,
a vida consiste en ter un cacho de terra
onde poder cavar polo menos dous metros de melancolía”.
Manuel Rivas

I Las cosas del campo
Ah!, diso mesmo soían falarme eles con devoción, labradores e escritores a tempo perdido. Porque ámbolos dous precisan dun anaco de terra para afondar coa aixada e coa palabra nos trasacordos da saudade e da melancolía.

O libro pertenceu a meu pai. Telo entre as mans e ir virando cada folla, esperta en min unha encrucillada de velados sentimentos e emocións. Unha lene tristeza a me magoar mainamente pola ausencia del, mais , ao tempo, un ledo rebulir na táboa do peito pola presenza doutra ollada próxima. Unha ollada de seu que converxe no mesmo punto das cousas que o pai amaba e que aniña no mesmo buraco afectivo do corazón meu.

II Las puertas del campo
“¿Quién sabe las razones de un amor? Son secretas como las aguas bajo la tierra, que luego salen en manantial donde menos se espera. Nada se guarda y el amor menos que nada. A fuerza de pasar los ojos sobre este campo lo vamos conociendo como el cuerpo de una enamorada, distinguimos todas sus señales, sabemos de la ocasión del gozo, de la de la esquivez…”
Con esta prosa poética, o escritor abre as portas do campo para iniciar un saudoso e nostálxico devagar polo ciclo das estacións. A chegada dos abellarucos e a primeira flor dos marmelos anuncia o equinoccio da primavera que dará paso ao tempo da calor, ao canto das carricantas e ao home que busca a sombra cando sopra o vento solano e todo parece agostarse. Chegarán logo os froitos dourados dos marmelos e a queima das restrebas que encherán o aire con aromas de carne doce e fume seco mentres nas pólas do olival pousan as rulas e pingan as primeiras aceitonas. O outono ofrecerá os seus tintes suaves e no seu fin os olivareiros recollerán os froitos, e xa, a non tardar, sucederase o solsticio de inverno. Nese tempo leváronse a Migueliño a outra vila, O Pensador morreu e, malia todo, Narciso O Cantor seguirá a cantar.
As Musarañas ( eses nosos Biosbardos de Blanco Amor), son as lembranzas da infancia que regresan á mirada do home para dar luz e porlle palabras a aqueles días de anchas tardes, nos que todo era abraio, misterio e descoberta, nos que nada parecía quedar ao noso alcance porque non cabiamos no grandor do mundo e ese estarse quediño era tan incomprensible como a dolorosa visita da morte. E ao final chegan as Sombras, agachadas nos xustillos, prendidas nas costuras interiores, sombras de cinsa e néboa que firen e furan, que parecen esvaecerse pero que retornan, sombras amorosas e dondas, sombras compañeiras e amistosas para as que nunca abondou o tempo, sombras lizgairas que escorregan coma os soños ou esvaran como as augas do río, sombras danzarinas que nos transportan coa a levedade dun arrecendo que aboia no aire.
Muñoz Rojas emociona porque recolle nestas prosas o celme e a cerna da vida. Las cosas del campo é un delicado canto cheo de saudade e tenrura polas xentes e as cousas que son ou que xa foron, tanto para o poeta como para aqueles que esculcamos polas regañas de calquera recanto da vida. Pero tamén é unha queixa, unha voz de sutil denuncia que o poeta deita contra o abandono e o maltrato do home á natureza: “El campo se ha quedado más solo”.


III Nunca sombra
O pasado día nove, José Antonio Muñoz Rojas cumpriría cen anos. Non chegou a ese merecido recoñecemento (do que el era sabedor) que lle ían facer en Málaga e na súa vila natal, Antequera, un dos eixos da súa escritura.
Na miña edición, o derradeiro texto de Las cosas del campo é Nunca sombra:
“Tú serás cuerpo, planta, tierra, tronco, tacto, puente, río, rama, rescoldo…Nunca sombra. No serás, eres, estás: sigues…” Estas verbas son a miña escolla para lembrar ao poeta e a meu pai. Porque a voz deles, como a da terra, seguirá a me cantar. A súa sabia e atenta mirada sobre a natureza e o home, enriquece a miña, faina máis fermosa e máis admirativa. Por iso, “Nunca sombra”. Ou si. Aquela que presta o mellor acubillo, a dunha boa árbore. Na miña terra, a dun rexo e nobre carballo centenario.
****
Las cosas del campo, José Antonio Muñoz Rojas. Edit. Pretextos

9 comentarios:

Tempero dijo...

Acubillo: buena palabra para parar.

“Nunca sombra”. Ou si. Aquela que presta o mellor acubillo, a dunha boa árbore. Na miña terra, a dun rexo e nobre carballo centenario.

Y yo propongo esa encina en mi entrada sobre J.A.M.R. donde la sombra en verano es amplia y, además, alumbra.

“¿Quién sabe las razones de un amor? Son secretas como las aguas bajo la tierra, que luego salen en manantial donde menos se espera. Nada se guarda y el amor menos que nada. A fuerza de pasar los ojos sobre este campo lo vamos conociendo como el cuerpo de una enamorada, distinguimos todas sus señales, sabemos de la ocasión del gozo, de la de la esquivez…”

Y respecto a este texto te comentaré una palabra-gesto de un señor de Hornachelos que me comentó a una pregunta mía sobre aquel paraje reseco en verano. Le pregunté si por allí había agua para las pedanías. Me dijo que ya escaseaban los pozos pero que había un manantial, llamado el Manantial del Desmonte, a unos tres kilómetros de la pedanía-lugar de la Sevillana donde el agua 'sale como un volcán'. Y si te digo palabra-gesto es por el gesto que me hizo cerrando los dos brazos y agarrándose con las manos para señalarnos la sección del volcán-metáfora. Y ya ves, en un paraje como el del manantial, que vi, donde la alusión al desmonte te lleva a pensar ninguna sombra y cierto que así era, la lava-agua se desbocaba.

'Son secretas como las aguas bajo la tierra.'
¡Y tan secretas!

Hermosa entrada llena de meollo-cerna.

Saludos.

Shandy dijo...

Tempero,
"Manantial"... palabra redonda, amplia en su claridad, redundante y envolvente en su sonido, rebosante en su pronuciación con esa cadencia en la sílaba final donde parece desbordarse la boca y precipitarse la lengua hacia lo profundo de la tierra donde nacen las aguas secretas: "Manantial del Desmonte"... ¡Virgen Santísima!, vaya topónimo. Si es que aunque no haya sombra te imaginas una fervenza a precipitarse monte abajo. Eso, un volcán de agua que se desboca como esa "Palabra-gesto" (vaya buena definición) del hombre de Hornachelos.

Con las aguas subterráneas,me has traído a la memoria la palabra "zahorí", y con ella una de las películas más bellas que he visto: "El Sur" de Victor Erice, emociona también porque tiene tanta CERNA como "Las cosas del campo". Seguro que ya la viste, pero te dejo este enlace porque aparecen el Norte y el Sur, algo que está también en mi entrada. Un homenaje a un hombre y a un poeta del sur, desde mi norte y el de mi padre. Y además con un pasodoble que, bien tocado, emociona e invita a ser bailado:"En er mundo".

http://www.youtube.com/watch?v=XSH2fMGf4zI

Tempero, "Cerna" es eso que tu bien interpretas: esencia, meollo. Pero también es la parte interior más compacta y dura del tronco de los mejores árboles: carballo, castiñeiro, aciñeira...
A palabra ten "Cerna" de seu.
Grazas pola atenta lectura e por ese comentario manantial que provocou en min unha fervenza de palabras.
E, sen demora, paso a ver esa Aciñeira do teu caderno que da boa sombra, mais sen restar nen unha migalla de luz.
Un abrazo.

virgi dijo...

Shandy, gracias a tu entrada he ido al link que dejas. Yo he leído cosas sueltas de este enorme poeta, ahora aprendí otras que no sabía.
Es como si estuviera bien enraizado a la tierra, conoce su antes, su ahora, su después.

Un abrazo grande
I

Shandy dijo...

Virgi, si te gusta su poesía, no dudes en leer "Las cosas del campo", porque es una delicia de prosa poética.
A ti, que eres tan plástica en tus relatos, te encantará. Visualizas y hueles el campo.
Un abrazo

Tórtola dijo...

¿A qué lugar traer ahora el corazón, cuando arrimado está a cosas mortecinas porque es grave y es terco, y a veces tan taimado?
¿Hacia qué sombras que me sean pródigas cuando quiere escapar, apartarse, partir; combatirse a sí mismo inútilmente?
Son tuyos estos brazos, pero él busca una estrella que cruce por la noche; son suyos estos ojos, mas divisa una tierra inocente que madure más allá de este yermo.
Son tuyos estos sueños, mas sus sueños cuántas horas buscaron extraños horizontes, otras islas de luz, presas de lo apartado, donde sólo es posible llegar con la mirada cuando uno viene solo y parte solo.
Torpe es mi corazón, iluso aventurero; él se extraña de mí, de mí se escapa. Aquí está nuestra vida, que nos llama, que nos convoca, que nos cita a tiempo en el bello desorden de los hábitos.
¿A qué lugar dejarlo ir, sino a la curva que la noche dibuja en tu espalda?

virgi dijo...

Shandy, gracias por tus comentarios, también en el de Pedro-Glup.
Estoy en buscar el libro que me recomiendas.
Un abrazo grande

Shandy dijo...

Tórtola:
Cuando ese músculo veleidoso, caprichoso, taimado y pertinaz "nos lleva hacia cosas mortecinas" o nos desconcierta, no hay duda que el mejor refugio en "esa curva que anida en tu espalda". Pero si esta faltase nos queda el nido del propio corazón y de la literatura, que no es una mala compañía cuando el corazón está perplejo:

Corazón perplejo
Desventurado corazón perplejo,
inconsecuente corazón,
no dudes.
No tiembles nunca más por lo que sabes,
no temas nunca más por lo que has visto.
Calamitoso corazón,
alienta.

Aprende en este ahora
el pálpito que vuelve con lo eterno,
para latir conforme en valentía.
Los números del mundo están cifrados
en la clave de un sol tan rutilante
que te ciega los ojos si calculas.
Ciégate en esperanza,
errátil corazón,
suma los números.
Un orden en su imán te está esperando.

Desde el final del tiempo se levanta
un ácido perfume de hojas muertas.
Respíralo y respira su secreto.
Abre de par en par tu incertidumbre.
No permitas
que encuentre domicilio la tibieza,
ni que este inescrutable amor oscuro
cometa el gran pecado de estar triste.
Acógete a ti mismo en tus entrañas
con tu abrazo más fuerte,
tu mejor padre en ti, tu mejor hijo,
gobierna tu ocasión de madurez.

Insiste una vez más,
aspira en estas rosas
su pútrido fermento enamorado.
En este desvarío de tu voz
se desnuda el enigma, transparece
la recompensa intacta de estar siendo.

Aquí estamos tú y yo,
altivo corazón,
en desbandada.
A fuerza de caer, desvanecidos.
y a fuerza de cantar,
enajenados.
Carlos Marzal

Shandy dijo...

Virgi, mi edición de "Las cosas del campo" es muy antigua. Ahora está publicado en Pre-textos. Lo que no sé es si esa edición incluye la parte de "La sombras". De no ser así, "Las sombras" está publicado también en Pre-textos. E incluso puede ser que "Obra completa en verso" incluya todas estas prosas poéticas.
Un abrazo.
Seguiré compartiendo, gustosamente.

raindrop dijo...

Un homenaje del que me guardo mucho, pero al que (me temo) tengo muy poco que aportar.
Gracias por los textos :D

besos