
29 de diciembre de 2008
CAMPANADAS DESTILADAS

24 de diciembre de 2008
EL SECRETO DE ÁNXEL FOLE

El anónimo protagonista de esta historia, sumido en un estado de soledad y melancolía en la tarde-noche de una Nochebuena, irá desgranando las sombras de los días y la ceniza de las horas. Todo lo vivido, lo pensado y lo sentido parece repetirse, sí… Pero si descubrimos el secreto que oculta la caída de un espejo, el encantamiento volverá a surgir.
El secreto del espejo es una metáfora que recrea la teoría nietzscheana del eterno retorno en su más amplio sentido, no sólo como tiempo cronológico sino también como una concepción moral ante la existencia.
Interesante la propia estructura del cuento y el acertado final –ambos en consonancia con el tema tratado-, la ambientación romántica, el lenguaje poético, las descripciones detalladas y la rica adjetivación que caracteriza la prosa del autor gallego.

Entonces, tal como ahora, venía de dar una larga paseata por el campo. También estaba el valle envuelto en niebla. Se veía el sol como una pálida magnolia entre el vaho grisiento; un sol que parecía luna. Sonaban las campanas con un extraño son opaco, en un largo plañido… Era la tarde del día de Nochebuena, y yo recordaba cosas muy íntimas y muy tristes.
***
[…] Me siento y cojo un libro de versos. Quizás hayan transcurrido dos horas. Se ha extinguido el largo lamento de las campanas. Ya las sombras del crepúsculo han invadido la vasta estancia [...] Enciendo la lámpara, de pantalla de raso verde… En el gran espejo de la sala, frente a la chimenea de rojo mármol, se refleja mi rostro cansado, abatido; mi gesto de desaliento. Otra nochebuena que pasaré sólo.
Antes, hace dos o tres lustros no me pesaba la soledad. Por el contrario la hallaba alegre, amena. Más ahora significa para mí el tedio, la desesperanza y la angustia.[…]
Este libro de versos se titula, muy bella y melancólicamente, L´ Ombre de Jours. Sombras de los días, cenizas de las horas. No sé cuántas veces lo habré leído…Escribía muy bien la gentilísima condesa […]
***
Han pasado cinco horas. He saboreado la aromada compota de manzanas, que tanto me recuerda a las sencillas alegrías de la remota niñez. Pronto sonarán las doce en el antiguo reloj de pesas. Me espera la lumbre de la chimenea, el viejo sillón de orejas, el luminoso disco de la lámpara, el libro abierto sobre la mesilla. El gato negro está allí sentado, mirando la llama. Sus enigmáticos ojos, como de ágata, se salpican de lucecitas; chispean.
Tic-tac, Tic-tac…El reloj de pared mide el tiempo, diríase que lo cose –tic-tac, tic-tac…- retazo a retazo. O mejor la aguja del minutero –burro de noria- lo va extrayendo instante a instante -cangilón a cangilón- del pozo insondable, inescrutable del futuro. Este es el tiempo consciente, lúcido, donde estoy y donde soy; el tiempo henchido de mi mismo, de mis cavilaciones, remembranzas y esperanzas; el tiempo vivo, íntimo…
Miro para el gran espejo de enfrente, donde se refleja la lumbre de la chimenea… Allí me parece divisar de nuevo la estela de mi recuerdo. Como la cola de espumas que deja una nave tras de sí, como el rastro radiante de una estrella fugaz. Dura lo que un relámpago.
La rueda del minutero, la rueda del horario, la gran rueda del Mundo. Todo se va y vuelve… Dicen que en dos lugares, cualesquiera, del universo, se dan simultáneamente dos acontecimientos idénticos. Yo estoy –estaría- viviendo “esto” a millones, a billones de leguas de aquí en estos momentos. La equivalencia espacial al eterno retorno… Yo ya he vivido esto y lo volveré a vivir al cabo de siglos y siglos. ¿Será verdad...? Todo se repite en el espacio y en el tiempo. Me imagino una inmensa y rotunda galería de espejos. Somos vanas imágenes especulares de un sueño que se repite indefinidamente. Sueño de sombras, sombras de un sueño…
En la vida personal propia también se repiten ciertos momentos decisivos. Hablo de la vida interior, anímica o síquica. Se piensa algo insólito, rarísimo, que se ha pensado antes, con la misma resonancia sentimental, con igual emoción. Se vive, se revive aquel estado de conciencia tan vibrante y tenso.[…]
***
Suena la primera campanada de las doce. El tibio aire parece llenarse de burbujas…Un sobresalto que anuncia la inminencia de la revelación. Comprendo: suena la hora de la cita conmigo mismo después de muchos años…
Una voz que no se oye, que habla directamente a la inteligencia, me dice: “Escucha. Soy el espejo… Mira mi palpitante entrada de lumbre. Todo se refleja en mí sin dejar huella. Por eso no puedo envejecer. Seré siempre joven mientras viva. Sueña siempre si quieres ser como yo. Ya te he contado mi secreto en esta misma sala, hace veinte años. Se me rompiera un clavo que me sostenía y tú acudiste presuroso…”
Con la última campanada se me partió el encanto. No sé porque sentí el impulso de agarrar el jarrón y arrojarlo contra el espejo. Vi que éste pendulaba, mas un extraño, indescriptible estupor me mantuvo sujeto al sillón… Se vino abajo con formidable estrépito. Su luna chocó contra el quicio de una mesa de alas y se hizo añicos […]
Salgo a buscar una botella de licor de guindas y una copa. Sobre la consola de cereza hay una vieja caja de música. Es de caoba y luce en la tapa una incrustación de nácar. Abro y doy cuerda… Surgen las notas de un viejo vals muy romántico y añorante. Me parece percibir vislumbres de raso, de agua enlunada.
En la tallada copa fulgura un rubí.
Un encantamiento sucedió al otro. La soledad volvió para mí a ser un goce.

El secreto del espejo está publicado en Ánxel Fole, Obra Literaria Completa III Edit. Galaxia, Vigo, 2003. Los dos primeros volúmenes recopilan su obra en lengua gallega y el tercer volumen su producción en castellano. La compilación, con prólogo y notas, fue hecha por el poeta y profesor de la Universidad de Santiago Claudio Rodríguez Fer.
Fue miembro de la Real Academia Gallega desde 1963, propuesto para el Premio Nobel en 1983 y en 1997 se le dedicó “O Día das Letras Galegas”. Apasionado lector de Espronceda, Bécquer, Dickens y Dostoievski; de Valle Inclán y los clásicos gallegos del XIX, Rosalía de Castro y Curros Enríquez. En su narrativa confluye la tradición del cuento popular con la renovación y la modernización del género. Supo retratar tan bien la realidad material de los hombres y las tierras gallegas como la inmaterial de la Galicia mágica y misteriosa. Sus primeros libros, publicados en la década de los cincuenta, están centrados en la Galicia campesina: A lus do candil, Terra Brava y la obra teatral Pauto do demo. Son el fruto de un tiempo vivido en las tierras de la montaña luguesa, observando el entorno y escuchando historias junto a la lumbre de una lareira. Las historias situadas en el mundo urbano serán publicadas en los años setenta y ochenta: Decímolo ou non o decimos, Contos na néboa y Cartafolio de Lugo. Fole, fue un escritor comprometido con su tierra y con su lengua (“El gallego –decía- es un idioma extraordinariamente estético y atractivo”), y un atifascista visceral que contribuyó de forma decisiva al resurgimiento de la literatura gallega después de la guerra civil. La guerra civil, que le sorprendió siendo secretario provincial del Partido Galleguista, impidió la publicación de su primera obra en gallego, Auga Lizgaira, cuyos originales se perdieron entre las máquinas de la imprenta. Buen conversador, mantuvo amistad con Cunqueiro, Castelao, Maside, Otero Pedrayo y Blanco Amor, con los que compartió las tertulias de la II República. Y muchos todavía le recordamos en sus últimos años sentado en el Salón de Columnas del Circulo de las Artes, a primeras horas de la tarde, tomando un café y disfrutando de la conversación con sus amigos y paisanos.
21 de diciembre de 2008
O APALPADOR


Cuentan también que la noche del veinticinco o treinta y uno de diciembre, este gigante bonachón y de oficio carbonero, abandonaba las altas dehesas donde vivía y bajaba a las aldeas para entrar sigilosamente en el cuarto de los más pequeños. Después de palparles la barriga con sumo cuidado (de ahí su nombre de Palpador) y comprobar que estaban bien alimentados, les deseaba que el año venidero no pasasen hambre y como regalo de navidad les dejaba un buen puñado de castañas asadas (O Apalpador era hombre sabio y no ignoraba que en aquellos tiempos –XIX y principios del XX- la castaña en Galicia era un alimento muy preciado). Alguna vieja del lugar todavía recuerda una cancioncilla que cantaban a los niños para incitarles a dormir y calmar la excitación que les provocaba la llegada de este mítico personaje: **
Vaite logo meu ninín, /Vete pronto niño mío,
marcha agora prá camiña /marcha ahora a la camita
que vai vir o Apalpador /que vendrá el Palpador
a palparche a barriguiña./ a palpar tu barriguita.
Confieso que la leyenda de O Apalpador genera en mí sentimientos encontrados. Por una parte me resulta entrañable, me lleva a la Galicia que mis abuelos y mi padre recreaban oralmente y donde aflora el realismo mágico de una tierra rica en tradiciones y leyendas que fueron fuente de inspiración para los cuentos de Fole, Dieste o Cunqueiro. Pero desde una perspectiva menos romántica, me transporta a una época de aislamiento, privaciones y miseria. El hecho de que O Apalpador palpase las barrigas para comprobar si los niños estaban bien alimentados, me hace pensar en la escasez de comida y en las duras condiciones de vida de hombres y mujeres que sometidos al aislamiento y al abandono se vieron obligados en muchas ocasiones a emigrar. Sin embargo, no deja de resultar conmovedora esa emoción que despertaba en los niños el regalo de un simple puñado de castañas, el valor que para ellos tenía algo tan esencial como la comida. Y por desgracia sigue habiendo muchos lugares donde los niños recibirían la figura de un Palpador con tanta ilusión como aquellos otros que antaño habitaron las tierras de la montaña lucense.
*A lus do Candil, Ánxel Fole. Edit. Galaxia, Vigo 2004
Para todos Bo Nadal y muchas castañas para el 2009.
Pintura de Leandro Lamas
18 de diciembre de 2008
ECOS DE CARACOLA

Durante todo el año vestía ropas oscuras, calzaba zuecas y cubría su cabeza con un pañuelo negro. Guardaba sus tesoros en una caja de cartón. Unas medallitas, un anillo, unas fotos antiguas y algunas cartas enviadas, años atrás, desde Cuba. Y en un estuche, con forro de terciopelo rojo, una caracola marina y una postal de una playa solitaria con palmeras.
Al término del viaje bajó del coche y frente al sol del atardecer caminó por un estrecho sendero. Sabía que estaba cerca. Hasta ella llegaba el vaivén de una melodía desconocida y el olor a caracola marina que la brisa mecía en su regazo. Con el corazón agitado y los ojos anhelantes tomó carrerilla y, ligera, subió a los montículos de arena. Y en los ojos de María nació el mar: una playa solitaria, sin palmeras.
15 de diciembre de 2008
LA CONDENA

Posó una mano sobre tu hombro, una mano etérea e intangible que no transmitía ni frío ni calor, y sin embargo sentiste un escalofrío. Con la angustia contenida, le miraste a los ojos, unos ojos hundidos e insomnes, y le interrogaste con tu silencio. Su voz sonó oscura, lejana, como si no emergiera de su boca: “Perdóname”, dijo. Tal vez fue un ruego o una súplica, pero tú lo entendiste como una de tantas órdenes recibidas en los años que de amarga convivencia tuviste con él.
Por primera vez lo encaraste con un valor que te era ajeno. Comprendiste que nacía en aquel instante de una convicción: sus manos no volverían a hacerte daño, y su cuerpo, una sombra sólo visible a tus ojos, no podría volver a someterte. Entonces, también por primera vez, te rebelaste y respondiste negando con la cabeza, negándole íntimamente la compasión que él tampoco había tenido contigo.
No te importó que en su condena se arrastrara por los fríos y olvidados callejones de una ciudad fantasma a la que nunca llega la luz, ni que llamara a todas las puertas cerradas de las casas sumergidas en sombra obteniendo por respuesta un inhumano silencio. No, no me importó que permaneciera hasta el fin de los tiempos en el infierno: la más absoluta y amarga soledad.
11 de diciembre de 2008
VEINTE AÑOS CON ACHÁDEGO-TEATRO
Llegada la hora, la parva no se perdona – los actores suelen ser tan buenos gastrónomos como catadores (y a buen precio)-, que no todo ha de ser vaina teatrera, y también queda un tiempo, aunque escaso, para la siestecita o la lectura o la tertulilla o el internet. A primeras horas de la tarde, hay que aforar, medir el escenario, probar luces y música, colocar vestuario y dar un repasito, que hoy X suple a Y, y se le descosen las costuras de los nervios, que es la primera vez que hace este papel porque fulanita tiene un examen o un curso, o menganito está en cuarentena porque su señora y la hija de ambos han pillado las paperas.
Unas veces, los hipócritas aficionados están de suerte y el escenario es un teatro principal; otras, toca un cutre salón de actos, el aula de usos múltiples de un colegio o un palco improvisado en la plaza de una ciudad o en la carballeira de un pueblo. Puede que el patio de butacas o de sillas de terraza esté a rebosar, o bien que no haya más que los incondicionales o cuatro pinzos despistados porque hoy hay partido del Madrid a la misma hora y además los de la tercera edad tienen bailongo. Es igual, el telón siempre se abre porque estos aficionados son buenos fingidores, unos farsantes muy pruffesshionales que se adaptan a cualquier conceto y circustancia, como diría el amigo Manquiña.
A la vuelta, hace más sueño que a la ida y sólo se oye el motor del coche y la voz del copiloto para que el conductor no se duerma, y nos dan las dos o tres de la mañana, y hay que descargar los bártulos una vez más Puufff, y mañana es lunes, cagüen la, y toca madrugar que la vaina esta en otra parte, y la parienta o el pariente estará con el morro afilado, jo, no te digo, otro fin de semana sol@-...
Bueeeeno, no se me amilanen, no se acongojen, no se quejen tanto y resiiiiistan: yo sé que a todos les va la farsa por amor al arte y que sarna con gusto es para rascarse mejor.
Para Achádego Teatro, ¡ Vinte Decembros Máis!

6 de diciembre de 2008
A ESMORGA ( LA PARRANDA)

El nombre de este blog está inspirado en unas palabras que remiten a la novela A Esmorga, del escritor ourensán Eduardo Blanco Amor (1897-1979). Cibrán Canedo (narrador principal de la historia), consciente de su condición humilde y marginal, se dirige con frecuencia a un juez que le toma declaración con las siguientes expresiones: "Con permiso de su cara, con licencia de usted". La elección de una expresión antónima como nombre de mi blog, no deja de ser una anécdota que viene a manifestar mi devoción por una de las mejores novelas escritas en lengua gallega y que merece ocupar un puesto en la historia de la narrativa contemporánea.
A Esmorga es la crónica amarga y brutal de tres hombres marginales y marginados que a lo largo de veinticuatro horas deambulan por los alrededores y bajos fondos de Auria -transfondo ficcional de la ciudad de Ourense-. Perseguidos por la justicia y bajo la lluvia y el frío de la noche, Cibrán Canedo, obrero de la construcción, Juan Fariña, sin oficio conocido, y Eladio Vilarchao, sastre de profesión y de condición homosexual nunca reconocida, encuentran su desahogo en el alcohol, el sexo y la violencia. La entrega a los placeres más primarios e instintivos, como huída y compensación a la adversa y hostil realidad en la que viven, les conduce a la autodestrucción.
Blanco Amor nos sitúa en una ciudad gallega de principios del XX, pero la historia transciende la época y el espacio y bien podría situarse hoy en Nueva York, Buenos Aires o París. Los tres protagonistas constituyen un dramático paradigma del individuo alienado, con escasa conciencia de clase y cuyas difíciles condiciones de vida le llevan a la autoexclusión de una sociedad que a su vez le da la espalda.
A Esmorga , Eduardo Blanco Amor. Vigo, Edit. Galaxia, 2001
La Parranda, Eduardo Blanco Amor. Gijón, Edit. Trea, 2001
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Curiosidades
A Esmorga fue publicada en Buenos Aires en 1959 y reescrita al español como La Parranda por el propio autor un año después. Fue llevada al cine por Gonzalo Suárez en 1977, y a escena por el grupo ourensán Sarabela Teatro bajo la dirección de Ángeles Cuña.
Se puede conseguir algún ejemplar de la primera edición publicada en español en Puerto libros.com: La Parranda. Buenos Aires, Cia Fabril Editores, 1960.
En Ourense se puede realizar “O Roteiro da Esmorga”, recorrido por lugares en los que trasncurren las peripecias de los protagonistas de la novela. Merece la pena si antes se ha hecho su lectura.

