Soy un pájaro ecléctico que picotea sin pudor en toda clase de frutos, de los más dulces a los amargos, casi venenosos. Busco siempre la otra mitad, la que se esconde en la sombra. El fruto que porta en su pico el pájaro del azar es con frecuencia el más sabroso y deseado.
José Casiano Blanco
El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar.
San Juan de la Cruz
La voz no es otra cosa que sangre sonora
Reyes Dávila
La primera cita que encabeza esta entrada la elegí yo, porque esas palabras definen bien una parte de la personalidad de su autor: la curiosidad. Las otras dos las eligió él, José Casiano Blanco (Lugo 1961). No tiene obra publicada, pero es poeta, no sólo porque hace versos sino también por la mirada que vierte sobre la vida. Fluye bien su pensamiento, maneja bien la palabra y seduce tanto por lo qué dice por cómo lo dice. Sabe escuchar y estar en silencio, pero conversar con él es una delicia. Introspectivo, reflexivo, crítico y con sentido del humor, apunta que, a veces, "se dispersa más que un clan de gitanos ante un convoy de picoletos", y de ello doy fe, pero aunque diverge también sabe converger y retomar la conversación para atar bien los cabos. Tal vez es la ternura que brota en su sonrisa y una expresión de aparente ingenuidad que le baila en los ojillos vivos, lúcidos y traviesos, que se parapetan tras sus gafas, o su calidez en el trato con el otro lo que le convierte para los amigos en un “sanador espiritual”, aunque él preferiría ser el guardián de los sueños porque, confiesa, “yo también estoy herido”. Hace unos días murió su amigo D, con sólo cuarenta años, y al hilo de esa muerte escribe:
“ De repente cedió el pegamento que mantenía unida mi alma fragmentada, que se disolvió como una nube, y cayó como la lluvia. Fue una experiencia muy dolorosa, semejante al descenso a los infiernos de Dante. He ido a las tinieblas, y he regresado y confrontado los más grandes miedos y sombras de la vida. Si todo muere y cambia, ¿qué es lo realmente verdadero? ¿hay algo detrás de la apariencia? La conciencia de que voy a morir penetra en mi corazón con una pregunta: ¿qué significa la vida? La muerte, que un día golpeará también a mis seres queridos, me empuja a amarlos aún más, mientras pueda. Puedo experimentar los extremos de la luz y las tinieblas, del júbilo y la desesperación, pero estoy en el límite, demasiado inestable para embarcarme en el peligroso viaje al interior de mi centro oscuro”.
Ecléctico y heterodoxo en sus gustos, va de San Juan de la Cruz, a Juan Ramón Jiménez, Pessoa, Omar Khayyan… aunque si tiene que elegir a un poeta opta por Lezama Lima: “Resulta igualmente voluptuoso en sus poemas, novelas, o incluso ensayos, impregnando toda su obra de lujuriosas imágenes neo-barrocas”.
Me comenta que últimamente le da más por las ciencias "puras", dice encontrar en ellas tanta poesía como en la literatura. Le atraen los enigmas matemáticos y se pregunta, se pregunta constantemente:
“Hay unos infinitos mayores que otros...¿Qué es el infinito? ¿Algo que nunca se acaba? Según una lapidaria definición de Georg Cantor (un genio de las matemáticas que murió en un manicomio), un conjunto es infinito cuando tiene la misma cantidad de elementos que alguna de sus partes.
Nuestra experiencia es necesariamente finita, pero nuestra mente puede encontrarse con el infinito, lo cual constituye:
A/ Un potente generador de utopías.
B/ Una fuente de angustia e infelicidad permanente.
C/ Ambas cosas a la vez.
Cada vez la ciencia es más heterodoxa, lúdica y misteriosa, y parece que el Universo no es más que un holograma, un objeto fractal que se repite y se imita a sí mismo a todas las escalas, y según la "Teoría de la complejidad", una cosa compleja, por ejemplo un ser vivo, o el propio Universo, es siempre mayor que la suma de sus partes. ¿Recuerdas un libro escolar de cuando éramos pequeñitos llamado "Catón"? Tenía una nada ingenua portada ilustrada con el dibujo en color de un niño con pantalón corto, que sostenía en su mano un libro que también se llamaba Catón, y también tenía en la portada un niño dibujado que a su vez también tenía en la mano un libro llamado Catón, y yo pensaba que el infinito debía ser eso”.
He querido transcribir parte de algunos escritos y de algunas conversaciones mantenidas con José Casiano porque en ellas se muestra a un poeta que no sólo escribe versos. Aquí les dejo también algunos.
Las sombrías aves de corral

10.000 pollos encerrados en un camión
llevan al matadero
en la casa encantada aún hay fuego
¿quién es aquel señor,
el del sombrero?
¡Es el granjero!
Por la noche los llevaron a todos
negro, negro
y negro,
como la muerte,
negro,
como el hielo,
negro.
Días de vino amargo y rosas con espinasY era verdad que estabas tan lejos como la otra orilla del mar
tan ajena y tan lejos
perdida para mí
perdido en un desierto cóncavo
de piedra y hielo
eras casi una promesa absurda
mientras las gaviotas trazaban a nuestro alrededor
las rabiosas aureolas del vino
y siempre el mismo frío ciego
Soledad Es difícil vivir sin los ojos, sin manos
para agarrarse a los cuchillos por las hojas

de cuchillos y filos de siniestros árboles.
La niebla, el mar que lentamente nos invaden.
La soledad es fría, la soledad es fría.
Es tan duro dormir en un portal al lado de la fiesta
y quedarse mirando una misma baldosa toda la noche
porque ya nada vuelve la niebla entre los árboles
y hay hogueras lejanas, la soledad es eso.
Acordeones y magnoliasHay gente escuchando tras las esquinas
disfrazados de cuervos y sabandijas varias.
Acuéstate en el mar en esta noche
llena
de acordeones violentos
y magnolias.
Noche del lobo
Es de noche, hace frío y es de noche, lo siento. Tienes que darte cuenta con todas las estufas apagadas, y la leña en el árbol, y el hotel incendiado. Un beso de nicotina y alquitrán por diez céntimos, hay que tenerlo en cuenta o arruinarse.
De verdad hace frío de noche, pero el presente pasa y no hay futuro. Me consuela, no existo. Pero el hielo es veneno de los dioses, y la ceniza un raro sucedáneo.
Pasajero de un barco inmóvil, el día como fiesta de músicos ambulantes, de músicos indios, amarillos, alegres, tras sus ojos de conejos.
Corazón de fuegoPonte un traje de alegría
porque mañana es tiempo de ahora
apenas empezado, inconcreto,

impuro y libre como la noche,
libre e impuro como el día,
así me vestiré, me bañaré,
me admiro
de la claridad del agua.
Y va lloviendo tedio cada día,
a veces me parece que soy un náufrago,
último superviviente de civilizaciones últimas.
A veces me parece que soy un muerto,
primero entre los primeros
recientes muertos
últimos.
Estar aquí, eso es todo,
moverse entre gigantes,
absorber la luz que no es del alba,
existir y, siendo lo que ven los ojos,
hacer de la nada un universo.
Estar aquí, eso es todo.
Y para terminar, esta maravilla de Jaume Sisa. A Jose Casiano, le “
conmueve especialmente”. Intuyo la nostalgia que hay tras sus palabras:
“En los locos setenta, la tenía el Bar "Rorró" en aquella máquina que por un duro te proporcionaba unos minutillos de belleza”.