
Quizás, sólo en el ejercicio de buscar logre explicarme mi camino
J.R. Ripoll, Hoy es niebla
Buscaba otros, pero en el estante de la librería mi dedo índice se detuvo en el lomo de aquel libro y tiró de él. Fue por su título: Hoy es niebla, José Ramón Ripoll (Colección Visor de poesía). Lo calo, leo algunos poemas y me detengo en la breve introducción que el propio autor hace a su poemario. Sólo por este escrito ya merece la pena la compra del libro:
En un cuento de la tradición oriental, Nasrudin –un sanchoquijotesco personaje- está rastreando el suelo debajo de un farol. Alguien que pasa junto a él, le pregunta:
“¿Qué haces, Nasrudin?”. Estoy buscando la llave de mi casa”, le responde. “Pero estás seguro de que se te cayó aquí?, insiste la voz. “No, la perdí allí dentro –dijo señalando su oscura habitación-, pero aquí hay más luz”.
A veces, la claridad no nos resuelve el problema, ni nos ayuda a despejar la incógnita. Presiento entonces que en aquel territorio donde abunda la bruma, esté la llave de mi nombre.
Cuando acabé de leer el texto, recordé otros muchos que reflexionan sobre la propia escritura y que expresan el deseo de encontrar la palabra precisa que revele esa vital emoción que late y palpita, que nos estalla por dentro. Pero justo, la noche anterior había leído en el cuaderno de Alfredo J. Ramos, La posada del sol de medianoche, un poema que habla de ese “sueño inapresable”. Me permito dejarlo aquí:
Brocal
Al fondo de ese sueño inapresable
que con tanta cordura diseccionas
hay algo que te inquieta,
una brizna de tu ser más profundo
que nunca llegarás a descubrir.
La miras desde lejos
como si contemplaras,
en el fondo del pozo de tu alma,
un cabrilleo fulgente,
una marea apenas perceptible
que no puedes nombrar con otro énfasis
que no sea el del filo de estos cristales rotos,
aunque sepas que así va a deshacerse
como un poco de niebla en la mañana.
Ya la das por perdida
mas la sientes
vecina de tus ojos y tus dedos
mientras mueves
las pesadas poleas del idioma
e intentas que por fin llegue al brocal
del poema
y al borde de tus labios
una palabra viva de agua fresca.
Alfredo J. Ramos, Ángel Capparelli, Armando Carabias, Belencicuta, Bloom, Caminante, Carmen Sabes, Clidice, Celestino Simón, David Valdés, Gilda Manso, Inés Soria , El Kafkiano, El Lagarto, Luis Sevilla, Manolotell, Marcelo Arancibia, Meiga Mego, Miradme al menos, Mirada de agua, Ollos de cores, Pedro Glup, Raindrop, Sandruka, Tempero, Tinta de aterrizaje, Ventana Indiscreta, Virgi, Ybris…
A todos vosotros que os adentráis en el territorio del silencio y que osáis transcribir un complejo y fascinante código de signos, os deseo la justa transparencia, ese espacio brumoso donde se atisban e insinúan las formas, donde reinan las sugerencias y las elipsis. Como Juan Ramón Ripoll, creo que es en el umbral de lo incierto, en el caminar a tientas y en ese ejercicio de incesante búsqueda y compás de espera, donde puede surgir la llama o una ráfaga de luz intensa, aunque fugaz, que permita iluminar la penumbra de nuestros cuartos interiores y el decir de nuestras pasiones y quimeras.
Y me aplico unos versos de Antonio Machado (donde pone “a Dios”, poned “la Palabra”)
Así voy yo, borracho melancólico
guitarrista lunático, poeta,
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla
Que as musas e os fados nos sexan propicios.
Destilade moitas e boas uvas e Feliz Ano!
Vai unha copa por todos vós
