7 de febrero de 2009

Y Ellos También


Si en la entrada anterior, los poemas tenían un elemento común -el erotismo-, en esta selección no existe ninguno. Es caprichosa y aleatoria en cuanto a temas y estéticas (desde la cultista y refinada de Luis Alberto de Cuenca hasta la sencilla poesía de la experiencia de Javier Salvago) pero los textos no fueron elegidos como la palabra “Dadá”.
Del año malo de Gil de Biedma es un poema bello, plástico y sinestésico, y no sé por qué evoca en mí la imagen de La cerillera, ese cuento navideño tan triste de Andersen. La poética de la sorpresa es la “bestia octópoda” en Los alimentos corporales, un poema de Carlos Marzal donde las imágenes y metáforas son muy poderosas. Javier Salvago me descubre las cartas En el tapete verde de la vida y Jesús Munárriz me recuerda que, aunque Callar es más prudente, bajo el silencio se esconden muchos cobardes. Al dandy y repeinado Luis Alberto de Cuenca le doy las gracias por su metaliterario poema y por descubrirme a Monelle y a sus hermanas, y al bon vivant de José María Álvarez porque tan cierto es que “fumar perjudica la salud” como su Elogio del tabaco.
Sólo son algunos versos, pero cualquiera de estos poetas merecen ser leídos con más atención. Al final os dejo la referencia de poemarios y de un par de antologías donde podéis encontrar a estos y otros poetas españoles tan buenos o más (Francisco Bejarano, Pere Gimferrer, Sánchez Rosilllo, Ana Rosetti, Luis Antonio de Villena, Felipe Benitez Reyes…)
Jaime Gil de Biedma (Barcelona 1929-1990)
Del año malo
Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren,
con un olor difuso a carbonilla y campo.
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,al final de una noche,
y la visión en fuga de unos soportales.
Y los ojos inmensos
—tizones agrandados—
en la cara morena de una cría
temblando igual que un gorrión mojado.
En la mano sostiene unos zapatos rojos,
elegantes, flamantes como un pájaro exótico.
El cielo es negro y grisy rosa en sus extremos,
la luz de las farolas un resto amarillento.
Bajo un golpe de lluvia, llorando, yo atravieso,
innoble como un trapo, mojado hasta los cuernos.
Poemas póstumos 1968
***

Carlos Marzal (Valencia 1961)
Los alimentos corporales
Llamar amor a lo que tú y yo hacemos
es cometer una sensiblería
indigna de nosotros, que aún somos amantes.
Eso es mejor que lo hagan los demás,
aquellos que precisan aguar un vino fuerte.
Lo nuestro es un fenómeno distinto,
sin ningún circunloquio, sin grumos literarios.
Se manifiesta en el arrasamiento
recíproco. Consiste en una prospección
para obtener placer y para darlo,
un hurto generoso que se ofrece egoísta.
Es un duro trabajo en las calderas
de nuestra intimidad, un primitivo
cerco en torno al castillo de la vida.
La carne se alimenta de la carne,
de su mutuo veneno jubiloso.
Lo que hacemos tú y yo no es el amor.
A no ser que se entienda por ello un sacrificio
donde nos ofrecemos a los dioses suicidas
que habitan en el pozo de nuestra propia sangre.
Para nombrarlo habría que incurrir
en palabras que algunos consideran obscenas,
aunque la obscenidad tampoco lo define,
porque no pretendemos aleccionar a nadie
ni sobre el impudor, ni sobre la virtud.
Lo que mejor explica, sin agotarla nunca,
la bárbara pureza del deseo recíproco
es una cacería de animales
y el hartazgo feliz en que se sacian,
con los ojos cerrados contra el tiempo,
en el avaro éxtasis de su feroz banquete.
Para la bestia octópoda que engendramos tú y yo,
son una estupidez los términos pacíficos,
un triste deshonor en la batalla.
No hacemos el amor, desvalijamos
con codicia nocturna en la casa del cuerpo.
Metales pesados, 2001
***
Javier Salvago (Sevilla 1950)

Sobre el tapete verde de la vida
Nos pasamos la vida de farol,
temiendo que nos cojan y descubran
que no llevamos juego
que no sabemos nada
de nada...
Nos pasamos
la vida calibrándonos, cubriéndonos,
con la guardia bien alta.
Todos fingiendo y todos con las mismas
o parecidas malas cartas.
Los mejores años, 1991
***
Jesús Munárriz (San Sebastián 1940)

Callar es más prudente,
más seguro, más cómodo, más práctico,
callar es más astuto,
más rentable,
más útil,
callar no da problemas,
callar evita líos,
callar trae más cuenta,
callar impide que se cuelen moscas
en la boca, callar es propio de sabios,
se está muy bien callado.

Porque el que calla
otorga
licencia, impunidad,
perdón, facilidades,
y patente de corso,
y por la boca muere el pez y siempre
se ha de sentir lo que se dice y nunca
decir lo que se siente
si se quiere triunfar en sociedad
y recibir migajas
del gran pastel
del mundo.
***

Luis Alberto de Cuenca ( Madrid, 1950)

El libro de Monelle
Se llama Marcel Schwob. Tiene veintitrés años.
Su vida ha sido plana hasta el día de hoy.
Pero el relieve acecha en forma de una puta
a la que lo conduce, una noche, el azar.
Se llama Louise. Es frágil, menuda y enfermiza,
silenciosa y abyecta. Casi no se la ve.
Sólo hay terror y angustia en los inmensos ojos
que le invaden la cara, dignos de Lillian Gish.
En sus brazos Marcel olvida que mañana
citó en la biblioteca a su amigo Villon.
Se olvida hasta de Stevenson, su escritor favorito,
de Shakespeare, de Moll Flanders y del Bien y del Mal.
Qué tres soberbios años de amor irresistible
aguardan al judío en la paz del burdel.
El cielo de París aún retiene sus vanas
promesas y las tiernas caricias de Louise.
Pero lo bueno acaba. Ella muere de tisis
y Marcel languidece, privado de su sol.
«No queda más remedio que volver a los libros»,
se dice, y da a las prensas El libro de Monelle.
***
José María Álvarez (Cartagena, 1942)
Elogio al tabaco
Pocos placeres bajo los cielos misteriosos
más elevados y serenos
que tú, tabaco. Siempre
aumentando la dicha, en la fortuna,
o consolando el infortunio,
con la misma elegancia
con que silenciosamente envuelves
el sueño de la lectura o de la música,
los secretos ritmos de la meditación
o el agradable conversar.
Tantos momentos perdurables van unidos
a ti, tantas horas
que tú acompañas y mejoras.
Enigma portentoso
del humo, al que nos entregamos
como a la sabiduría o la suerte
que tampoco nunca entenderemos.
Noble compañero de la inteligencia,
De la alegría de vivir, del
amor, y de ese otro
favor, el vino
que alegra el corazón y la mirada.
Nunca nos faltes.

Bibliografía

Treinta años de poesía española (1965-1995), José luís García Martín, Edit. Renacimiento –La Veleta

El hacha y la rosa ( Tres decadas de poesía española), José Pérez Olivares, Edit. Renacimiento

Poesía española reciente (1980-2000), Juan Cano Ballesta, Edit. Cátedra.

(Las dos primeras hacen una selección de poetas muy similar. Las tres cuentan con notas introductorias a los autores y un prólogo que ofrece buena información y estudio sobre las tendencias de la poesía española de los últimos cincuenta años).

Metales pesados, Carlos Marzal, Edit. Tusquets

Las personas del verbo, (poesía completa) Jaime Gil de Biedma, Galaxia Gutemberg, Círculo de lectores

9 comentarios:

Tempero dijo...

Querida Shandy, a vuela pluma y antes de irme a correr (y en bajito, corrige Pérez Ginferrer por Pere Gimferrer)

En un repaso a la historia humana como existencia escribe un poema denso y largo que pertenece a 'El Espacio desierto'1976. Muy denso y telúrico. Un extracto en su propia versión:

Como vive la raíz, como vive el tubérculo, como vive
la hierba ¿nunca podrán vivir los hombres,
conciliados con el destino? ¿No aceptarán el ciclo
del tiempo fecundo y el tiempo del retorno a la tierra?
Por tanto dolor que ha pasado ya,
por el ardor instantáneo de tantos cuerpos,
por todo lo que nos recuerda esta luz de lluvia
y este sabor de la tierra recién mojada,
por la vibración del aire cuando la lluvia
ha pasado hace unos instantes, y un pájaro alza el vuelo,
en un silencio claro, y por este color
del pájaro, indeciso en el azul, que gorjea
cuando el cielo es más nítido, por el sufrir
que recordamos, y por los amores de antes,
y por la humillada inocencia,
y por todos los deseos nunca confesados,
por todo esto ¿nunca tendremos una palabra?

Cierto es que me lleva a mi admirado Claudio Rodríguez.

Luego me pasaré por los otros, cuando esté más relajado. Besos.

Shandy dijo...

Tempero: gracias por el apunte...Jaajajja podría pasar la vista por ese Pérez ( y con acento) y no enterarme de lo que había puesto. Está claro que la vista traiciona y uno lee lo que quiere leer.
Gimferrer hace una buena pregunta, pero lo que "fastidia" al ser humano ( y al mismo tiempo le salva) es la conciencia, la conciencia de saberse mortal. Nos cuesta aceptar tanto ese destino que constatemente nos rebelamos y gracias a eso tenemos el arte y poemas como este. Somos una pasión inútil buscando siempre un regazo, algo que nos consuele: el amor, la amistad, la literatura, la música...
Es bueno el catalán, condenadamente bueno. Se adapta tanto a la métrica clásica como al verso libre.
Y ahora soy yo la que se va a mover un poco este cuerpo "enferruxado", pero no a correr, aún tenemos nieve en los campos.

Un abrazo. (Nacho es muy bueno,me encanta ese tema tan asturianín)

Tempero dijo...

Sin duda, el poema mejor estructurado, el de Gil de Biedma, además de crearme cierto desasosiego ('temblando igual que un gorrión mojado'). Creo que es el que más se ciñe a una estructura poética.

El de Marzal me parece redundante hasta la saciedad. 'a lo que tú y yo hacemos', pues cómo se va a llamar, so tonto, le diría.
'Lo nuestro es follar,
eterno y claro gesto de las bestias...'
dijo el poeta.

El de Javier Salvago y el de Munárriz me parecen en hechura muy similares.

El de Cuenca muy repeinado, pero no sólo él, sino el poema. De Schwob te recomiendo 'Espicilegio, mimos y vidas imaginarias' en Siruela, una joyita.

Y el de José María Álvarez una cucada a ritmo de humo. Respeta la cadencia del tabaco en el poema.

Bicos.

NoSurrender dijo...

me han entrado ganas de aportar otro:

Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero
hijo de padre borracho
y hermano de un suicida
Perseguido por los pájaros y los recuerdos
que me acechan cada mañana
escondidos en matorrales
gritando porque termine la memoria
y el recuerdo se vuelva azul y gima
rezando a la nada por temor.


Me gusta Panero ¿debería preocuparme?

Salud y bicos, Shandy!

Shandy dijo...

Tempero, vaya, qué buen análisis. Es verdad que Marzal es barroco, retórido y a veces redundante; y no sólo en este poema, sino en casi todos los de “Metales pesados”. Necesita un amplio espacio para desenmarañar su pensamiento. Yo suelo podarlo, esquilmarlo, subrayo aquellos versos que más me gustan y a ellos vuelvo. Mira, el de “Cojones duros” se lo sajo por la mitad:
Para viajar allí, donde el poema,
un escritor requiere algunos víveres:
cierto devoto amor por los difuntos,
cierto olfato verbal, cierto talento,
cierta ebanistería del oficio,
cierto dios sabe qué de inexplicable.
Y en especial tener cojones duros,
para no sentir miedo de perderse,
para el delirio de apostar con fe,
para adentrarse solo en tierra extraña,
para el forzoso puerto del fracaso.
Una fuerza moral.
Consiste en eso:
una fuerza moral contra el destino.

Y con respecto a este, jajajjja, exactamente, sí, habla de “Follar” “sin ningún circunloquio” porque en esa “bárbara pureza” ya no es necesario. En esa “bestia octópoda” sale el instinto más primario, pero no sólo está el sexo, sino también el amor, la complicidad, el sin pudor, la desnudez más absoluta, la comunión. Entonces lo obsceno se convierte en sagrado. Eso sí es “Follar”( bien), pero bueno, no nos pongamos estupendos que luego nos frustramos:)

Va, copio y pego aquí un poema que me encanta y no parece de Marzal, por su sencillez:


La lluvia en Regent's Park
Debe de estar lloviendo en Regent's Park
Y una suave neblina hará que se extravíe
la hierba en el perfil del horizonte,
los robles a lo lejos, las flores, los arriates.
Pausada, compasiva, descenderá la lluvia
hoy sobre el corazón de la ciudad,
su angustia, su estruendo,
sobre el mínimo infierno inabarcable
de cada pobre diablo.
Igual que aquella tarde en la que fui feliz,
igual que aquella lluvia
que me purificó, caritativa.

En las horas peores,
cuando el desierto avanza,

y no hay robles, ni hay hierba, cuando pienso
que no saldré jamás del laberinto,
y siento el alma sucia,
y el cuerpo, que se arrastra,
cobarde, entre la biografía,
la lluvia, en el recuerdo, me limpia, me acaricia,
me vuelve a hacer aún digno,
aún merecedor
de algún día de gloria de la vida.
La amable, la misericordiosa,
la dulce lluvia inglesa.

Shandy dijo...

No Surrender, deberías preocuparte si no te gustara Leopoldo. Pero ya sabes que en las Antologías es un próscrito, aunque su hermano mayor, José Luis, si aparece. A Leopoldo (y a los Panero) hay que dedicarle una entrada completa porque le pasa como a Los malditos, no puedes obviar su vida. Pero creo que has elegido unos versos que le definen bastante bien, a él y a su familia. Sólo falta su madre.
Dice él que la injusticia mayor es estar loco... y siempre pide chocolatinas... Cuánta soledad.
Me gusta que vayáis aportando poemas. Y Leopoldo está bien traído. Es esa lucidez en la locura, y me hace recordar a un personaje de uno de tus textos.
Beixos

Ventana indiscreta dijo...

Pues como ha entrado el alcohol en en el poema de Leopoldo es como yo continúo con su hermano Juan Luis en un poema dedicado al volcánico Lowry:

Escrito en un machete

Eras tú, apestoso borrocho tartamudo,
mirándome terco, húmedos, enrojecidos ojos,
siguiéndome por el mercado de fierro viejo
en la nublada mañana de Oaxaca.
Eras tú, comprando conmigo aquel machete,
plateada hoja y borrosa inscripción:
"Sólo sirvo a mi dueño", letras roñosas
y la fría empuñadura que mi mano recuerda.
Eras tú, en la noche del mezcal agotado
...
...

Shandy dijo...

Hola,V. Indiscreta. Obrigada por el poema de José luis Panero. Vamos completando esta selección. Ahora nos falta uno de Michi para tener al trío ( a ver si alguien se anima). Los Panero son una familia "singular" y los hermanos no muy bien avenidos, pero poetas e ilustrados, todos.

ángel dijo...

Espléndida selección de poetas españoles que te agradezco tanto como tu espacio que hoy descubro.
Particularmente, el de Gil de Biedma me ha gustado mucho.

Saludos...