y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto"
Soneto V, Garcilaso de la Vega
Soneto V, Garcilaso de la Vega
A L. G.
Sólo el corazón de la memoria puede detener el tiempo; una emoción, un paisaje, un rostro, permanecen intactos sin habitar el paso de los años. Tal vez por esto en los primeros momentos de aquel inesperado encuentro no la reconocí. Sólo al escuchar su nombre fui capaz de traspasar aquel rostro que trajo al recuerdo vivencias de una época lejana.
Estrella llegó una tarde de invierno cuando los alumnos de bachillerato esperábamos a un adusto profesor de ojos cansados. En aquel tiempo era yo un muchacho de quince años que había abandonado un amado aunque oscuro pueblo para estudiar por vez primera en un instituto de ciudad. Fue un año difícil para mí, pues a mi falta de experiencia se unía una gran timidez que me impedía hacer amigos con facilidad, y tanto en el instituto como en el Colegio Mayor donde residía, experimentaba una infinita soledad que sólo aliviaba el fútbol y algunas lecturas.
Mi recuerdo siempre retrata a Estrella como aquella primera tarde. Me pareció la mujer más hermosa y delicada que había contemplado nunca. Llevaba una blusa blanca y una falda de plisados que se abrían en abanico y ondeaban al compás de sus gráciles pasos. Y yo, con ojos hechizados, seguía a aquella bailarina de cuerpo delgado y sonrisa luminosa que paseaba por la clase y posaba la mirada en los rostros de unos adolescentes que alentaban secretos bajo los pliegues de las prendas femeninas. Los miraba a los ojos y preguntaba: “¿Te gusta la Literatura?”
Cuando me tocó el turno, sentí un nudo que oprimía mi garganta y como mi exarcebada timidez me convertían en un estúpido paleto que tartamudeaba con dificultad su nombre. Me encogí en el asiento sintiéndome un bicho feo, un triste topo o un insignificante insecto, y ante aquella pregunta permanecí mudo. No me atreví a confesar lo que realmente pensaba de la "Literatura": una lista de autores, fechas y obras que en los exámenes había que recitar de memoria.
No sabía aquel muchacho solitario y asustado que en aquellas largas tardes escolares de "monotonía de lluvia tras los cristales" se le iba a revelar el misterio que ocultaba aquella palabra. Tal vez el mismo que latía en la infancia, en el calor de los espacios donde nacían los cuentos. Porque Estrella solía contarnos historias de hombres y mujeres que ponían palabras a nuestra propia voz, aquella que anhelaba la libertad o el amor, o que ahondaba en el desengaño y la soledad. Y siempre había un relato, una pequeña historia o un poema sabiamente escogidos que llenaban el silencio del aula ante aquella secreta autoridad que ella transmitía. De la emoción de aquellos versos nació en mí el deseo de la escritura.
Mis primeros versos, siempre tristes, convirtieron a Estrella en una dama distante y venerada, una imagen sagrada e intangible que me llevaba a la ensoñación. Me deleitaba en el sufrimiento de un amor poetizado que la convertía en una amada nunca amante. Por eso fue que me vengué de Lisardo, aquel bestia que un día en el gimnasio, mientras se desvestía, hirió mis oídos con palabras que manchaban el amor de mi dama blanca. Esperé la ocasión y en un partido del recreo le lancé con toda la rabia del mundo una patada que lo hizo renquear por unos días.
Creo que Estrella intuyó mi gusto por la lectura y en especial por la poesía. Lo que ella nunca supo fue de mi pasión por hacer rimas, ni de mi sueño por convertirme en el poeta del hermoso Soneto V, el creador de aquellos versos que, en el festival de fin de curso, recité con fervor mientras ella me miraba sin sospechar que revelaban mi secreto mejor guardado:
" Y cuanto yo escribir de vos deseo
vos sola lo escribistes"...
vos sola lo escribistes"...
11 comentarios:
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
De 'Sonatina' R.Darío.
Nelumbos: nenúfares
Así como o poeta modernista descbriu* os nenúfares, eu tamén descubrín un día as gardenias. Medraban fermosas en Reibón, no eido dunha prima da miña nai que se cham Rosa (todo e flor en Reibón). Alí estaban calladas na súa brancura, aromando a mañá. Lanceime a una delas obedecendo -sospeito- máis a un instinto ca a unha razón. Como se as misteriosas e remotas leis da natureza determinaran usarme a prol da conservación daquela flor tan delicada que necesitaba cabal protección da deusa Flora. Coma na interpretación shopenhaueriana do amor. Se me movín cara á gardenia aquela clara mañá, non foi tanto por mor do amor, é dicir, por satisfacer o personal apetito da beleza, como por servir ós intereses da Naturaleza, que ordenaba que naquel intre a gardenia tivese un amigo e protector máis. E efectivamente, a partir de alí xa non fun quen de vivir sin ter gardenias ó meu arredor. Dei en multiplicalas. Como amante cego -case sempre se cerran os ollos cando nos rendemos ó aroma dunha flor- para comparecencia da especie e ricura do planeta.
*Anécdota que protagonizou don Ramón del Valle Inclán e Darío: "¡E es ti o que preguntas como se chaman esas flores despois de tanto nomealas nos teus versos...! ¡Esas flores son nenúfares!"
A remar....
Insuperable, certero Garcilaso.
¿Cómo no sentir tras leer su soneto el deseo de convertirse en ese poeta ante una nueva y adorada musa?
¿Cómo no comprender entonces la grandeza de decir:
"y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribistes; yo lo leo."?
Precioso relato.
Besos.
No me extraña que Garcilaso concluyese el soneto con esa entrega tan cabal:
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
Y es que yo pienso que tuvo con su amor verdadero, la portuguesa Dª Isabel de Freyre (Elisa, en ocultado nombre), un chollo. ¡A ver qué poeta se dedica a transcribir lo que ya ha escrito la persona que ama! Y es que según este sonete a Garcilaso le venía todo de corrido. Es como si le dijera en coloquial. 'Bonita, yo de doña Elena de Zúñiga nada, ya me escribes tú todo en mí, que tengo tu nombre y tu amor tatuado.'
Así cualquiera.
Por lo demás, magnífica forma de colarse en la literatura tu protagonista a través de ese soneto.
Besos.
En aquel tiempo yo también escribía versos a una dama blanca. Algunos le hice llegar. Otros se murieron de desamor. Garcilaso era fuente de inspiración, como este poeta del que te dejo un directo literario:
Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy parando.
Su cándida virtud, su cuello blando,
en limo doble de caliente espuma,
con un temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia de tu boca está marcando.
Pasa la mano sobre su blancura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermosura.
Así mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del amor oscura,
llora sin verte su melancolía.
Besos blancos, Dama Shandy
http://lucasemece.files.wordpress.com/2008/04/633283692_c3afa3c307.jpg
Puede que haya tierra, puede que haya lluvia. De eso no se duda. El corazón de la memoria a veces relincha y de su caballar voz pende la frescura. No sé si será autobiográfico este relato tuyo y si la espinilla de Lisardo aún está convaleciente.
Lo que sí tengo claro es la literatura de altos vuelos, poca, la verdad, en los versos de Garcilaso. Y siempre, otra claridad que tengo, es la excelencia de la literatura de altos vuelos pero pegada a la tierra.
Preciosa esa fantasía traída de Chagall. Yo te he dejado otra, de altos vuelos.
Abrazos.
Tórtola, non coñecía a curiosa e divertida anédocta que traes aquí. Pero certo é que hay palabras que enchen a boca de beleza e exotismo. Non é estraño que o poeta modernista se deixase seducir polo son dun nelumbo ou nenúfar aínda sen telo contemplado.
As túas historias sempre transmiten unha cálida e íntima nostalxia. Semellan nacer nunha mirada donda e amorosa sobre a vida. A mesma que verquía o neno de Reibón sobre as fráxiles e blancas gardenias que aínda o acompañan.
Sempre é un placer lerte.
Ybris, certeros los versos de Garcilaso como aquellos de Bécquer: ¿Qué es poesía?... ¿Y tú me lo preguntas mientras…?
Ay, siempre es el/ lo amado quien más alimenta la pluma del poeta. Tú, que lo eres, lo sabes bien.
Imagino que para el adolescente protagonista de este relato alcanzar sus deseos, el genio del poeta admirado y el amor de aquella dama blanca, se le ofrecían imposibles. Pero eran dos referentes. Y dos ensoñaciones muy estimulantes.
Besos con buena tinta
Ventana, a ver si resulta que Isabel era el negro de Garcilaso!
Bueno, diría yo que esos versos finales, más que cabales, son arrebatadoramente pasionales (toma pareado!). Pero con el tópico de Morir de Amor pasa como con los fantasmas -No creo en ellos, pero les tengo miedo-, y con las meigas: que tampouco creo nelas, pero habelas, hailas. Como dice Macias o Namorado:
“Quen en cárcer sol viver,/en cárcer se vai morrer”.
Lo que no está muy claro es si la inspiradora y destinataria de los sonetos fue La Portuguesa o La Napolitana. O ambas las dos. Y es que a la pluma de Garcilaso le gustaban los amores imposibles. Y a doña Elena de Zúñiga la entretenía con otra pluma… ¡Homes, Sofía, homes! E inda por riba, poetas… ¡Déixame deles! (Só por un cachiño, que ti e máis eu ben sabemos que cando se arrinca O Cravo téñense soidades daquela pena:
"Este barro mortal
que envolve o espiritu,
quen o entenderá, señor".
Y esta Shandy te manda bicos de La Gallega.
Bandido, ¿Quién no escribió un poema huyendo de su soledad?
¿Quién a los quince años no dejo su cuerpo abrazar?
En las libretas adolescentes duermen las flores y las hojas secas dos amoriños primeiros. Por esos amores y desamores, más de uno se hizo poeta. Te dejo este diercto literario, me encanta esta historia:
Cuando yo no era poeta
por broma dije era poeta
aunque no había escrito un solo verso
pero admiraba el sombrero alón del poeta del pueblo.
Una mañana me encontré en la calle con mi vecina.
Me preguntó si yo era poeta.
Ella tenía catorce años.
La primera vez que hablé con ella
llevaba un ramo de ilusiones.
La segunda vez una anémona en el pelo.
La tercera vez un gladiolo entre los labios.
La cuarta vez no llevaba ninguna flor
y le pregunté el significado de eso a las flores de la plaza
que no supieron responderme
ni tampoco mi profesora de botánica.
Ella había traducido para mí poemas de Christian Morgenstern.
A mí no se me ocurrió darle nada a cambio.
La vida era para mí muy dura.
No quería desprenderme ni de una hoja de cuaderno.
Sus ojos disparaban balas de amor calibre 44.
Eso me daba insomnio.
Me encerré mucho tiempo en mi pieza.
Cuando salí la encontré en la plaza y no me saludó.
Yo volví a mi casa y escribí mi primer poema.
(Jorge Teiller)
Besos con rimas
Tempero, autobiográfico no. Pero este relato está dedicado a un buen profesor de Literatura: Luis Alonso Girgado (con G, y no con J). En su libro “Soliloquio para un retorno” dice lo siguiente:
“Te gustaba,
te encantaba enseñar…
Transmitías aquella fe, aquella convicción,
aquel afán de que tus alumnos leyesen,
se hiciesen personas cultas, con criterio, libres”
Esta Shandy y una amiga que le acompañan dan fe de que esa afirmación es cierta.
En ese poemario también confiesa:
“Te fuiste
por amor
por desengaño,
por verte con las manos vacías
porque te pasó el tiempo
y ya no era aquello, no era
aquello,
ya no iba contigo.
Te quedaste inmóvil,
Pero sigues creyendo que tenías razón. Tienes
razón, pero te callas”.
Claro que tiene razón. Han cambiado los tiempos, y no son buenos para la Lírica. A la Literatura se la han cargado en los programas de Bachillerato. La han convertido en una “Historia de la Literatura”, triste y aburrida. Pero no dudo de que siempre habrá románticos que sigan escuernándose (a pesar de los puñeteros programas con tantos movimientos literarios y fonemas y prefijos e interfijos y sufijos), para que los alumnos piensen y lean. Como habrá quien siga cuidando y respetando otra Literatura de altos vuelos que está escrita en la Tierra.
Bonita esa fantasía de Chagall. ¿Dónde debería acabar ese vuelo?
http://www.tinta china.net/gmolina.htm
uhm... pero ese texto no forma parte de "el perro del hortelano" en la carta que él le escribe a ella?
no sabía que era un soneto a parte
beso
Publicar un comentario