22 de octubre de 2009

Poetas II

Nenos e carreta, Laxeiro

Mirada en su conjunto, la obra de Xulio López Valcárcel (Vid. entrada anterior), es una melancólica reflexión sobre la soledad, la ausencia y las numerosas perdidas a las que nos aboca el paso del tiempo: "Tal parecera que imos colleitando vivencias para despois perdelas /Tal parece que vamos cosechando vivencias para después perderlas". Muestra de ello, son los tres primeros poemas que recojo de Solaina de ausencia (1987). Los dos últimos, pertenecen a O sol entre os dedos(1993), en palabras del propio poeta “una reflexión sobre la paternidad”. Versos en los que aflora la ternura y la ilusión, pero no exentos de melancolía. La presencia del hijo, en los mismos espacios de infancia del poeta, es un aliento de vida, pero al mismo tiempo le regresa a un pasado que provoca una reflexión sobre el dolor de vivir, sobre la imposibilidad de recuperar las cosas que amamos y el vacío que dejan en nosotros los seres queridos que ya no son.

Imposibel o retorno
Nunha música vouga
onde se perden os perfis
que sucumben á voraxe
apenas un xesto, unha sonrisa,
unha imaxe imprecisa,
pero amada,
implacabel o tempo deixa.
De Solaina de ausencia

Imposible el retorno
En una música vacía
donde se pierden los perfiles
que sucumben a la vorágine
apenas un gesto, una sonrisa,
una imagen imprecisa,
pero amada,
implacable el tiempo deja.

***
Chega, calada,
na sedosa melodía do silencio
a túa fragancia
e es a miña compañeira de butaca,
a adolescente que me cruza,
a nena que xoga
no meio dunha praza solitaria.

Por veces surpréndesme
nalgún recanto escuro da memoria.

Alí me agardas e fálasme
como através dun cristal,
da fúnebre poesía daquel inverno,
dos días compartidos,
dos xardíns que soñamos
como illas que xa nunca serán certas.
De Solaina de ausencia

Llega, callada,
en la sedosa melodía del silencio
tu fragancia
y eres mi compañera de butaca,
la adolescente que me cruza,
la niña que juega
en medio de una plaza solitaria.

A veces me sorprendes
en algún rincón oscuro de la memoria.

Allí me esperas
y me hablas como a través de un cristal,
de la fúnebre poesía de un invierno,
de los días compartidos,
de los jardines que soñamos
como islas que ya nunca serán ciertas.
***
Arrincónanos o tempo.
Fainos cinza morta,
sombra de outrora.
O tempo devora a leve
elegancia dos veleiros
e murcha celeste belleza
namorada,
Golpéanos os corpos,
arrástranos nun vendaval
de cegas forzas;
chove a súa decepción
sobre as plantas e os astros,
transforma os versos en papeis rotos.
O Tempo, O Tempo convirte
ao neno en home,
e ao home en sombra.
Apaga a luz nos ollos.
Alónxanos de nós
e desbasta a memoria
dos camiños e dos corpos.
De Solaina de ausencia

Nos arrincona el tiempo.
Nos vuelve ceniza muerta,
sombras de otras horas.

El tiempo que devora la leve
elegancia de los veleros
y marchita celeste belleza
enamorada,
nos golpea los cuerpos,
nos arrastra en un vendaval
de ciegas fuerzas;
llueve su decepción
sobre las plantas y los astros,
transforma los versos
en papeles rotos.

El Tiempo. El Tiempo convierte
al niño en hombre,
y al hombre en sombra.
Apaga la luz de los ojos.
Nos aleja de nosotros
y desbasta la memoria
de los caminos y de los cuerpos.
***
Meu neniño, cando chegues
que o arco da vella estenda
o seu grande abrazo de cores
e te anuncie.

Que enmudeza o vento e sexa
a penas lene airexiña de cóxegas
xogando no teu pelo.

Os bosques profundos dos que xorden
as pegadas dos teus pasos sen eco
fagan máis pura e solemne
a gravidade do silencio.

Que cante o merlo nos pomares
da mesma horta
que me regalou a infancia.

A ferida translúcida do día
a súa redonda e plena copa
de fragancia ofreza.

Que o murmurio das fontes
se adelgace
como cristal de íntima ocarina,

e que a sinfonía da chuvia calada
caendo sobre a herba,
como a distante cantiga
que a avoa campesiña me cantaba
o máis doce arrola sexa,

berce de amor para o teu sono.
De O Sol entre os dedos

Niño mío, cuando llegues
que el arco iris extienda
su gran abrazo de colores
y te anuncie.

Que enmudezca el viento y sea
apenas leve brisa de cosquillas
jugando en tu pelo.

Los bosques profundos de los que surgen
las huellas de tus pasos sin eco
hagan más pura y solemne
la gravedad del silencio.

Que cante el mirlo en los pomares
de la misma huerta que me regaló la infancia.

La herida translúcida del día
su redonda y plena copa
de fragancia ofrezca.

Que el murmullo de las fuentes
se adelgace
como cristal de íntima ocarina,

y que la sinfonía de la lluvia callada
cayendo sobre la hierba como la distante canción
que la abuela campesina me cantaba
el más dulce arrullo sea,

cuna de amor para tu sueño.
***

Regreso
Golpeante sombra,
remotas
as mesma luces familiares,
os ecos esmorecidos
dos ausentes.

Dormes
no mesmo leito que eu nacín.

Seguen
os vellos libros,
os antigos mobles
que acolleron
aquela intimidade
de veludo lento.

Pesa a memoria
dos seu nomes…
Esfórzase en seguir
quen permanece.

A mesma penunbra,
as apagadas voces
que se dispersaron
no tempo.

Igual que daquela
a vaga luz no fondal
dun misterio,
os obxectos quedos
nun silencio
que vai máis aló do silencio.

Acaso os mesmos soños
devastados.

Todo distante
e perdido,
sen cores os recordos.

Mais ti dormes,
a cadencia en paz
do teu respirar
enche de vida
a desolación destas estancias…

Se aínda estamos vivos,
ao menos, máis apacible, o perdido.
De O sol entre os dedos

Regreso
Golpeante sombra,
remotas
las mismas luces familiares,
los ecos apagados
de los ausentes.

Duermes
en el mismo lecho que yo nací.

Siguen
los viejos libros,
los antiguos muebles
que acogieron
aquella intimidad
de terciopelo lento.

Pesa la memoria
de sus nombres…
Se esfuerza en seguir
quien permanece.

La misma penumbra,
las apagadas voces
que se dispersaron
en el tiempo.

Igual que entonces
la vaga luz en el pozo
de un misterio,
los objetos quietos
en un silencio
que va más allá del silencio.

Acaso los mismos sueños
devastados.

Todo distante
y perdido,
sin colores los recuerdos.

Pero tú duermes,
la cadencia en paz
de tu respirar
llena de vida
la desolación de estas estancias…

Si todavía estamos vivos,
al menos, más apacible, lo perdido.
***
Les dejo con Espido y un dulce "Arrorró"


17 de octubre de 2009

Poetas I

Os Noivos, Carlos Maside


-Mirad bien este vaso.
Si os vais a dar una vuelta, cuando volváis, el vaso ya no será el mismo.
-¿...?
-Tendrá polvo.
La conversación se mantenía en la mesa de al lado. Yo estaba entretenida jugando en una de esas antiguas máquinas de flipper (o pinball), pero recuerdo bien que giré la cabeza y se me coló la bola. Fue por extrañeza - de las palabras-, por lo sorprendentes que resonaron en los oídos de la Shandy adolescente que era yo por aquel entonces ( que ya llovió). Y es que no entendía qué carajos estaba diciendo el hombre aquel.
Supé después que era "Poeta".
Ah, Poeta...
Entonces tiene licencia para matar . No lo pensé entonces, lo pienso ahora que entiendo algo de licencias que quiebran el lenguaje y asesinan gustosamente el tiempo. Bueno, permítanme la metáfora.
El caso es que años más tarde empecé a leer poemas de Xulio López Valcárcel (Lugo, 1953), y me gustaron.
Hoy les dejo sólo un poema de él. Uno de mis preferidos, porque es un canto a la vida y comparto el gusto por las cosas que el poeta considera como regalos.
En próximas entradas les dejaré alguno más. No sólo de este lugués, sino también de otros poetas gallegos, voces poco conocidas, a las que merece la pena escuchar desde el silencio de su palabra. Les ofrezco el poema en lengua gallega y mi traducción.

Poema dos dons
Gracias quero dar
pola noite e a chuvia
que nos devolven a memoria da nai.
Gracias pola muller que dá forma a beleza,
polo sexo que une
nunha soa carne
dúas soidades,
e polo soño que nos permite
a viaxe á morte
e o regreso.
Gracias polo vento
que nos fai estraños de nós mesmos
e pola pedra
que aspira a soñar
a eternidade.

Gracias quero dar polos nenos
que non coñecen nin a culpa nin a morte,
e pola música,
alma en epifanía transcendida.
Gracias pola luz
que nos devolve o mar
nos ollos da amada
e polo aire vivificante e saudabel.
Gracias pola beleza que nos enche e acovarda
e polo mencer
que nos ofrece a ilusión
da primeira vez.

Gracias pola xuventude
e polos sentidos
polo loureiro e o trigo.
Gracias polo viño, que nos sume
nun transo indoloro,
pola herba, máis tenaz que o tempo.
e pola arte
que nos transcende e sobrevive.

Gracias quero dar
polos días que compartes comigo,
pola caricia e polo beixo.

Gracias polo mar, absoluto e poderoso.

Gracias polo silencio e polo verso.

(De Memoria de Agosto).


Poema de los dones


Gracias quiero dar
por la noche y por la lluvia
que nos devuelve la memoria de la madre.
Gracias por la mujer
que da forma a la belleza,
por el sexo, que une
en una sola carne
dos soledades,
y por el sueño que nos permite
el viaje a la muerte
y el regreso.
Gracias por el viento
que nos hace extraños de nosotros mismos
y por la piedra
que aspira a soñar la eternidad.

Gracias quiero dar por los niños
Que no conocen ni la culpa ni la muerte,
y por la música,
alma en epifanía transcendida.
Gracias por la luz que nos devuelve el mar
en los ojos de la amada
y por el aire vivificante y saludable.
Gracias por la belleza que nos llena y acobarda
y por el amanecer
que nos ofrece la ilusión de la primera vez.

Gracias
por la Juventud y por los sentidos
por el laurel y por el trigo.
Gracias por el vino, que nos sume
en un tránsito indoloro,
por la hierba, más tenaz que el tiempo,
y por el arte,
que nos transciende y sobrevive.

Gracias quiero dar
por los días que compartes conmigo,
por la caricia y por el beso.

Gracias por el mar, absoluto y poderoso.
Gracias por el silencio y por el verso
***
Otra invitación: la buena música de Marful.



11 de octubre de 2009

J. A. Muñoz Rojas: Nunca Sombra



“Se me quedará la canción a medio camino, entre los labios. Pero la tierra la seguirá cantando"
José Antonio Muñoz Rojas
http://www.antequera.es/antequera/UserFiles/File/temp/jamr/Unbiografia.htm

“Para o escritor e o labrador, ao cabo,
a vida consiste en ter un cacho de terra
onde poder cavar polo menos dous metros de melancolía”.
Manuel Rivas

I Las cosas del campo
Ah!, diso mesmo soían falarme eles con devoción, labradores e escritores a tempo perdido. Porque ámbolos dous precisan dun anaco de terra para afondar coa aixada e coa palabra nos trasacordos da saudade e da melancolía.

O libro pertenceu a meu pai. Telo entre as mans e ir virando cada folla, esperta en min unha encrucillada de velados sentimentos e emocións. Unha lene tristeza a me magoar mainamente pola ausencia del, mais , ao tempo, un ledo rebulir na táboa do peito pola presenza doutra ollada próxima. Unha ollada de seu que converxe no mesmo punto das cousas que o pai amaba e que aniña no mesmo buraco afectivo do corazón meu.

II Las puertas del campo
“¿Quién sabe las razones de un amor? Son secretas como las aguas bajo la tierra, que luego salen en manantial donde menos se espera. Nada se guarda y el amor menos que nada. A fuerza de pasar los ojos sobre este campo lo vamos conociendo como el cuerpo de una enamorada, distinguimos todas sus señales, sabemos de la ocasión del gozo, de la de la esquivez…”
Con esta prosa poética, o escritor abre as portas do campo para iniciar un saudoso e nostálxico devagar polo ciclo das estacións. A chegada dos abellarucos e a primeira flor dos marmelos anuncia o equinoccio da primavera que dará paso ao tempo da calor, ao canto das carricantas e ao home que busca a sombra cando sopra o vento solano e todo parece agostarse. Chegarán logo os froitos dourados dos marmelos e a queima das restrebas que encherán o aire con aromas de carne doce e fume seco mentres nas pólas do olival pousan as rulas e pingan as primeiras aceitonas. O outono ofrecerá os seus tintes suaves e no seu fin os olivareiros recollerán os froitos, e xa, a non tardar, sucederase o solsticio de inverno. Nese tempo leváronse a Migueliño a outra vila, O Pensador morreu e, malia todo, Narciso O Cantor seguirá a cantar.
As Musarañas ( eses nosos Biosbardos de Blanco Amor), son as lembranzas da infancia que regresan á mirada do home para dar luz e porlle palabras a aqueles días de anchas tardes, nos que todo era abraio, misterio e descoberta, nos que nada parecía quedar ao noso alcance porque non cabiamos no grandor do mundo e ese estarse quediño era tan incomprensible como a dolorosa visita da morte. E ao final chegan as Sombras, agachadas nos xustillos, prendidas nas costuras interiores, sombras de cinsa e néboa que firen e furan, que parecen esvaecerse pero que retornan, sombras amorosas e dondas, sombras compañeiras e amistosas para as que nunca abondou o tempo, sombras lizgairas que escorregan coma os soños ou esvaran como as augas do río, sombras danzarinas que nos transportan coa a levedade dun arrecendo que aboia no aire.
Muñoz Rojas emociona porque recolle nestas prosas o celme e a cerna da vida. Las cosas del campo é un delicado canto cheo de saudade e tenrura polas xentes e as cousas que son ou que xa foron, tanto para o poeta como para aqueles que esculcamos polas regañas de calquera recanto da vida. Pero tamén é unha queixa, unha voz de sutil denuncia que o poeta deita contra o abandono e o maltrato do home á natureza: “El campo se ha quedado más solo”.


III Nunca sombra
O pasado día nove, José Antonio Muñoz Rojas cumpriría cen anos. Non chegou a ese merecido recoñecemento (do que el era sabedor) que lle ían facer en Málaga e na súa vila natal, Antequera, un dos eixos da súa escritura.
Na miña edición, o derradeiro texto de Las cosas del campo é Nunca sombra:
“Tú serás cuerpo, planta, tierra, tronco, tacto, puente, río, rama, rescoldo…Nunca sombra. No serás, eres, estás: sigues…” Estas verbas son a miña escolla para lembrar ao poeta e a meu pai. Porque a voz deles, como a da terra, seguirá a me cantar. A súa sabia e atenta mirada sobre a natureza e o home, enriquece a miña, faina máis fermosa e máis admirativa. Por iso, “Nunca sombra”. Ou si. Aquela que presta o mellor acubillo, a dunha boa árbore. Na miña terra, a dun rexo e nobre carballo centenario.
****
Las cosas del campo, José Antonio Muñoz Rojas. Edit. Pretextos

6 de octubre de 2009

Penélopes

Mensaje del mar, Maruja Mallo


Penélope
Deja que, como Penélope, teja en su telar de sueños
Déjale curtir con un ovillo verde la frágil piel del tiempo
Aunque mañana se vista de luto
déjala que hile y devane de nuevo.
Quién te dice a ti que
-en un futuro incierto-
Ulises no regrese
y una nueva flecha con su arco tense.





Eterna Penélope ( a Rosa)
Epitafio de loito no ronsel da túa mirada:
O Mar,
o teu único horizonte.
A el regresas cada tarde,
serea varada
de frustradas esperanzas.

Quixeses,
co feitizo do teu canto,
retornar ao ausente.
Mais
aos teus beizos
só alenta unha pregaria.

Eterna Penélope
na costa da vida.

Muller férrea
de pés de auga.

Rosa dos ventos
nun mar morte.

Muller náufraga.


Naturaleza viva, Maruja Mallo